[Escrito el 21 de junio de 2021]
El gobierno del presidente Abinader ha tenido
problemas para ejecutar el gasto de capital. De acuerdo con los datos
publicados por la Dirección General de Presupuesto, a finales de mayo de este
año sólo se ha invertido el 37.5% de lo que se debió haber ejecutado. Esto
sugiere incapacidad de poner en marcha proyectos de infraestructura que son
clave para el crecimiento económico actual y futuro.
El gasto corriente a mayo ha tenido un mejor
ritmo de ejecución, alcanzando un 90.5% del nivel presupuestado. Debe
destacarse que el gasto de consumo se ha ejecutado en casi 96%, mientras que el
correspondiente al pago de intereses de la deuda sólo un 66.2%. Esto significa
que la reducción del pago de intereses explica el 85.5% de la menor ejecución
del gasto corriente. Me imagino que los pagos por intereses se reducirán este
año todavía más, debido a la política del pateo hacia delante del servicio de
la deuda que ejecuta el Ministerio de Hacienda.
El resultado financiero del Gobierno Central,
que se define como la diferencia entre ingresos y gastos, calculado al mes de
mayo arroja un superávit de 28,403 millones de pesos. Y el resultado primario,
que no toma en consideración el pago por intereses de la deuda, arrojó un
superávit de 79,401 millones de pesos.
Esos resultados implican que el gobierno de
Abinader ha sacado más dinero de los bolsillos de los contribuyentes que la
suma que ha devuelto a la economía en forma de transferencias a los pobres,
servicios sociales, salarios e inversión pública, entre otros conceptos. Lo
sorprendente es que, al mismo tiempo que registra ese superávit, el Ministerio
de Hacienda haya tomado financiamiento neto por la suma de 115,959 millones de
pesos, casi el doble de lo que debió haberse endeudado en los primeros cinco
meses del año. Esto significa que el gobierno guarda ese dinero de manera
improductiva, pues se paga intereses sobre esa deuda sin convertir esos
recursos en mayor capacidad de crecimiento económico y bienestar.
El 19 de junio recién pasado el presidente
Abinader decidió reforzar todavía más su política de austeridad. Mediante el
Decreto No. 396-21 dispuso de ciertas restricciones, para lo que resta de 2021,
sobre algunos gastos corrientes del gobierno, relacionados con fiestas,
donaciones a terceros, obsequios, arrendamiento de instalaciones para celebrar
actividades y remodelaciones de oficinas. También se prohibió transitoriamente
la adquisición de vehículos de motor, su uso durante los fines de semana, la
compra de boletos de viaje oficiales, el uso de flanqueadores, entre otras
medidas. Claro está, cada una de esas medidas tiene excepciones.
Ante esa austeridad fiscal, cobra una mayor
importancia el trabajo de recuperación económica que está llevando a cabo el
gobernador Héctor Valdez, a través de su correcta y oportuna política
monetaria. Por eso, cuando se oye a la mayoría de los nuevos cantantes, se
dice: ¡Qué bien canta Gardel!
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