[Escrito el 24 de febrero de 2017]
La ciencia económica
despidió esta semana a uno de sus más grandes representantes. El profesor
Kenneth J. Arrow de la Universidad de Stanford falleció a los 95 años como
quería, rodeado de sus libros.
Arrow fue galardonado
con el Premio Nobel de Economía a los 51 años, hasta ahora el más joven en
recibirlo en esa rama, por sus contribuciones a la teoría del Equilibrio
General y la Economía del Bienestar, entre otros tópicos.
Los modelos de Arrow
permiten demostrar que la competencia conduce a precios que equilibran los
mercados y promueven el uso eficiente de los recursos productivos. Eso se
traduce en bienestar para la sociedad.
Por otro lado, el
Teorema de la Imposibilidad de Arrow es un aporte extraordinario a los temas de
las decisiones de la colectividad. Ese teorema, que lo expuso en 1951 en su
libro Elección Social y Valores Individuales, establece que, basado en
determinados supuestos, un grupo de personas no puede tomar decisiones que
reflejen las preferencias individuales, a menos que una persona imponga sus
preferencias a los demás como un dictador.
El New York Times,
reseñó recientemente que Paul Samuelson, quien recibió el Premio Nobel en 1970,
señaló al momento en que se galardonaba con ese premio a Kenneth Arrow en 1972 que
la economía del seguro, la atención médica y la prescripción de pruebas de
medicamentos no serán iguales después de los aportes de Arrow.
Estoy plenamente
convencido de esas palabras de Samuelson.