[Escrito el 31 de octubre de 2014]
Chile es un buen ejemplo para América Latina. En las últimas
dos décadas ha sido la economía con mayor ritmo de crecimiento, duplicando su
ingreso per cápita.
A pesar de ese éxito, la presidenta Michelle Bachelet desea
reducir la dependencia de los bienes básicos. La desaceleración económica actual
se explica por la caída de los precios de los bienes de exportación, lo cual ha
reducido la capacidad de demanda de los chilenos.
La Bachelet se ha hecho aprobar reformas con el objetivo de
mejorar la productividad y la competitividad.
La reforma fiscal, aprobada por todos los partidos
políticos, es indispensable para obtener los recursos necesarios para financiar
la reforma educativa, sin tener que recurrir a deuda pública. En una entrevista
al periódico El País de España, afirmó: “Todo el mundo tiene el derecho de ir a
la escuela. Es una necesidad ética y de justicia, pero también de la economía.”
A través de un mayor
nivel de escolaridad y preparación técnica, Chile logrará mejorar su capacidad
de exportar bienes con un mayor componente tecnológico y de innovación. Así su
crecimiento económico dependerá menos del cobre y de otros minerales, cuyos
precios fluctúan en función del estado de la economía global.
La reforma política tiene como meta fortalecer las
instituciones democráticas, dándole un mayor peso a los movimientos civiles y
ciudadanos. Y promover de esa manera un mayor nivel de inclusión social que se
traduzca en una sociedad más justa.
Buenas lecciones para el resto de Latinoamérica.