[Escrito el 28 de julio de 2022]
El producto interno bruto (PIB) de los Estados Unidos retrocedió a una
tasa anualizada de 0.9% en el segundo trimestre de este año. Eso significa que
por dos trimestres consecutivos la economía estadounidense se achicó, pues en
el primer trimestre del año el PIB se contrajo en 1.6%.
Ese comportamiento del producto es la definición técnica de recesión,
pero será la Oficina Nacional de Investigaciones Económica (NBER, por sus
siglas en inglés), al analizar otras variables económicas, como las del mercado
laboral, la entidad que en su momento determinará si oficialmente Estados
Unidos experimentó una recesión en el primer semestre de 2022.
El descenso de los inventarios y el enfriamiento del consumo privado se
tradujeron contablemente en la contracción del PIB en los dos primeros
trimestres. La desaceleración de la demanda agregada contrasta con el
incremento de 6.9% que registró el PIB en el cuarto trimestre de 2021. Para ese
entonces la economía estaba reflejando los efectos del aumento de 6.4 millones
de millones de dólares de intervención pública a través de la política fiscal y
de una política monetaria expansiva ejecutada para enfrentar la recesión
provocada por el covid-19 en 2020.
Esa política económica expansiva contrasta con lo que ha estado sucediendo
con la política monetaria desde marzo, cuando la Reserva Federal aumentó en 25
puntos básicos la tasa de interés de referencia. A partir de esa fecha, las
autoridades monetarias han incrementado en cuatro reuniones consecutivas la
tasa de interés, elevándola en 150 puntos básicos entre junio y julio de este
año. Actualmente, la tasa de interés de referencia, que en marzo se situaba
entre 0% y 0.25%, se coloca en el rango que va de 2.25% y 2.5%, y se proyecta
que cerrará el año entre 3% y 3.5%.
Ese apriete monetario explica parte de la desaceleración que se observa
en la economía estadounidense. Los choques de oferta, como el aumento de los
precios de los combustibles y de los alimentos, provocado por la invasión de
Rusia a Ucrania, al deteriorar el poder de compra de los consumidores también
tiende a reducir la actividad productiva.
Ese resultado económico en los Estados Unidos implica una presión a la baja del crecimiento de la economía dominicana. Las remesas, el turismo, los flujos comerciales y las inversiones reales y financieras estadounidenses definen una parte significativa del crecimiento de la demanda agregada nacional. El gran reto de las autoridades del gobierno del presidente Abinader es mantener la estabilidad macroeconómica y adoptar medidas que amortiguen el impacto recesivo proveniente del exterior.