[Escrito el 26 de junio de 2015]
La
República Dominicana ha sido víctima de la buena prensa que tiene Haití a nivel
internacional. Hasta el Alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, ha
solicitado que se imponga un boicot contra el turismo que viene a territorio
dominicano. Eso refleja un total desconocimiento de la realidad
dominico-haitiana.
La
República Dominicana ha sido el país que mayor ayuda le ha brindado al pueblo
haitiano. Y no me refiero a la ayuda a través de una ONG. Me refiero a empleos
y servicios sociales.
El mercado
laboral absorbe a casi medio millón de inmigrantes haitianos que diariamente
participan en la agropecuaria, la construcción, el comercio de bienes y en los
servicios domésticos. Ese empleo le permite a los haitianos, además de adquirir
bienes y servicios, enviar remesas a sus familiares en Haití.
Además, las
autoridades gubernamentales permiten que, aun cuando los haitianos no dispongan
de un estatus migratorio regular, puedan demandar servicios de educación y
salud. Los médicos que laboran en los hospitales públicos son testigos de los
servicios que se ofrecen a los haitianos, y los encargados de las farmacias del
pueblo -que gestionan Promese/Cal- pueden confirmar que los haitianos también pueden
adquirir medicamentos a precios muy subsidiados.
Ante esa
realidad, creo que el país no debe dejarse chantajear. Es tiempo de exigir a
Haití reglas claras, tanto en el ámbito del comercio como en el migratorio.
Sólo así se acabarán las declaraciones sin sentido en contra de la República
Dominicana.