[Escrito el 30 de marzo de 2023]
Ayer comenté sobre las modificaciones al sistema de pensiones de reparto
que se tratan de ejecutar en Francia y España. En ambos países los gobiernos
deben aportar más de 14% del PIB para financiar el gasto de pensiones, lo cual
revela que el sistema es financieramente inviable. Para reducir el déficit
previsional, Francia está tratando de aumentar de 62 a 64 años la edad de
retiro y España intenta incrementar los aportes de los jóvenes y de los
empleadores. Ambas reformas son impopulares y, lamentablemente, no lograrán que
el sistema de pensiones sea sostenible.
El sistema de reparto consiste en un acuerdo donde se establece que el
trabajador joven le paga la pensión al trabajador que llega a su edad de
retiro. Ese tipo de sistema genera un déficit financiero que presiona las
finanzas públicas y obliga a la adopción de cambios estructurales o reformas
paramétricas. No existe ningún país donde ese sistema sea financieramente
viable. En todos, los gobiernos deben hacer grandes aportes provenientes de los
bolsillos de los contribuyentes.
Para que se tenga una idea de los ajustes paramétricos necesarios para
aumentar la sostenibilidad financiera se puede señalar que, entre 1995 y 2021,
79 países con sistemas de reparto aumentaron la tasa de cotización; es decir,
incrementaron el monto que el trabajador joven debe pagar de su salario para
pagar pensiones a una persona retirada. 63 países aumentaron la edad de retiro,
destacándose que el promedio de la edad de retiro en los países de la OCDE es
de 67 años. Por último, 62 países modificaron a la baja el porcentaje de los
beneficios a recibir en forma de pensiones, para reducir así la presión sobre
las finanzas públicas.
A diferencia del sistema de reparto, en el sistema de capitalización
individual el joven ahorra en una cuenta personal, cuyos recursos son
invertidos de forma eficiente en los mercados de capitales, para tener un
ingreso en el futuro. Al final de su vida laboral, la mayor parte de ese ahorro
se habrá originado del retorno de las inversiones, y es obvio que, a mayor
monto de ahorro mensual, mayor riqueza habrá acumulado al final del período.
En el caso de la República Dominicana, el trabajador es el gran
beneficiario del sistema de pensiones establecido por la Ley 87-01, que crea el
Sistema Dominicano de Seguridad Social. Antes de esa ley, la mayoría de los
empleados no recibiría ninguna pensión al momento del retiro, pues existía un
limitado sistema de reparto totalmente quebrado y que obligaba al gobierno a
realizar transferencias provenientes de las recaudaciones impositivas. Ahora,
los trabajadores acumulan recursos en cuentas individuales que se usarán en el
futuro para el pago de sus pensiones. Ante la evidencia local e internacional,
recomiendo a las autoridades dominicanas concentrarse en mejorar cada vez más
ese sistema de pensiones de capitalización individual.