[Escrito el 14 de octubre de 2020]
La historia dominicana revela que la discrecionalidad
en tiempos de crisis desemboca en malas decisiones de política económica. Las
crisis registradas en el período 1982-1984 y en 1990 ponen de manifiesto que la
ausencia de un compromiso firme provoca inconsistencia intertemporal en la toma
de decisiones, lo cual agrava el impacto sobre el bienestar de la población.
Tal como nos recuerda en un reciente artículo,
el brillante economista y muy querido amigo, Hugo Guiliani Cury, el presidente Salvador
Jorge Blanco llegó al poder en 1982, justo después de que iniciara la crisis de
la deuda en Latinoamérica. En esa coyuntura, Jorge Blanco tenía muy pocos
grados de libertad, por lo cual cualquier error resultaría muy costoso.
Lamentablemente, la política económica, en la cual tuvo un papel protagónico el
licenciado Bernardo Vega como Gobernador del Banco Central, se manejó
discrecionalmente, sin rumbo fijo ni compromiso firme, haciendo descarrilar el
Acuerdo de Facilidad Ampliada que se firmó con el FMI en 1983. El resultado
final de esa incoherencia y discrecionalidad fue el desastre económico, social
y político de 1984.
Afortunadamente, el mismo Jorge Blanco, con la
llegada de Hugo Guiliani al Banco Central, se comprometió a ejecutar una
política de estabilización, consistente con balances sostenibles de las
finanzas públicas y de la cuenta corriente, así como con la disponibilidad de
financiamiento externo. Ese compromiso se enmarcó en un acuerdo Stand-By con el
FMI, el cual fue ejecutado de manera exitosa por el nuevo equipo económico.
En 1990, con un retroceso del PIB de un 5% y
una tasa de inflación de un 80%, la economía reflejó el costo de la excesiva
discrecionalidad en el manejo de la política económica. Después de las
elecciones, el presidente Balaguer, apoyándose en el PNUD, realizó un conjunto
de reformas estructurales, entre ellas la tributaria, que se enmarcó en un
acuerdo con el FMI. Ese compromiso con la estabilidad permitió que la República
Dominicana creara los fundamentos que permitieron un crecimiento sostenido del
PIB de un 5% entre 1991 y 2019.
En la actualidad, el país se enfrenta a una
severa crisis. El equipo económico del gobierno del presidente Abinader se
presenta a la sociedad con actuaciones incoherentes y poco coordinadas, como lo
revela la adopción de una reforma tributaria en medio de una terrible recesión
económica, la cual hubiese afectado principalmente a la clase media.
El presidente Abinader debe ejecutar una
política económica que sea consistente con las restricciones que impone la
pandemia del COVID-19, mostrando un firme compromiso de que se ejecutará
exitosamente. Por eso le recomiendo que se acerque al FMI para que le ayude a
diseñar una política económica coherente y creíble, que debe incluir la reforma
fiscal, a ser aprobada el año próximo y aplicada en 2022.
Hola! Estimado Jaime, comparto contigo los atributos profesionales de Don Hugo GUILIANI CURY. Para los lectores de tu blog, el articulo al cual te refieres en el segundo párrafo , se titula "Horas de vuelo" publicado en el Listin Diario , el pasado 14 de octubre de 2020, https://bit.ly/3kbHen3 . Muy buen articulo.
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