[Frente al Statu Quo. Publicado en Diario Libre el 2 de septiembre de 2024.]
El crecimiento del ingreso real promedio es una condición fundamental
para mejorar sostenidamente las condiciones de vida de la población. Al analizar
los elementos determinantes de la evolución de la tasa de pobreza, se observa
que el incremento de los ingresos es el principal factor de su descenso. De ahí
la importancia de crear condiciones macroeconómicas favorables para que el
sector privado, la principal fuente de empleo y de valor agregado, se expanda
de manera continua.
Según las estimaciones del Banco Central, el Indicador Mensual de
Actividad Económica (IMAE) registró una variación interanual a julio de 4.8%, y
durante los primeros siete meses de 2024 alcanzó un crecimiento promedio de un 5%,
que es el ritmo potencial. La República Dominicana es la nación de América
Latina con el mayor ritmo de crecimiento económico en lo que va de año.
El reto de las autoridades es conseguir que la economía, entre
septiembre y diciembre, pueda alcanzar un crecimiento que garantice una
expansión anual del 5%. Para ello, es necesario tomar medidas que amortigüen el
efecto negativo de la incertidumbre derivada de la aplicación de reformas
económicas, como la tributaria y laboral, las cuales podrían reducir la
inversión y el consumo.
Ante la expectativa de la aplicación de una reforma fiscal que reduzca
el déficit público, mediante un aumento de las recaudaciones tributarias y una disminución
del gasto estatal, es previsible que el efecto en la actividad económica sea
negativo en el corto plazo. En consecuencia, será la política monetaria la que
tenga que echarse sobre sus hombros la adopción de medidas, como la flexibilización
de los agregados monetarios, para mantener el crecimiento del producto interno
bruto (PIB) alrededor del 5%.
El Banco Central decidió en su reunión de política de agosto reducir 25
puntos básicos a su tasa de interés de referencia, que se coloca en 6.75%. Tal
como se señaló en un reciente artículo publicado en Diario Libre con el
título “Perspectivas de política monetaria,” el inminente inicio del ciclo a la
baja de la tasa de interés en Estados Unidos ampliaría el margen de maniobra del
Banco Central para que disminuyese su tasa de interés en la reunión de agosto.
Un sencillo análisis de las condiciones del mercado monetario revela que
la disminución de la tasa de interés de referencia deberá complementarse con otras
medidas que aumenten la oferta fondos prestables.
Entre diciembre de 2023 y agosto de 2024 las tasas de interés subieron
mucho. La tasa de interés activa promedio ponderado pasó de 13.60% a 15.54%, un
aumento de 194 puntos básicos. Esto pone de manifiesto que la reducción de 25
puntos básicos de la tasa de interés de referencia representa apenas un octavo
de lo que se incrementó en ocho meses la tasa de interés que cobran los bancos
a los agentes económicos. Por eso, se puede afirmar que la rebaja aprobada por
el Banco Central es solo el comienzo de un ciclo de recortes que deberá tomar
en consideración la política de la Reserva Federal.
Con el objetivo de garantizar una reducción de las tasas de interés del
mercado financiero nacional a corto plazo, será necesario complementar la señal
de la tasa de interés de referencia con una inyección de liquidez. Se puede
prever que las autoridades monetarias adopten medidas de facilidad de liquidez
rápida o decidan no renovar títulos de su deuda a medida que vayan venciendo.
Esto se traducirá en un aumento de los agregados monetarios y presionará a la
baja las tasas de interés activa, pasiva e interbancaria.
Una menor tasa de interés de equilibrio impactará favorablemente sobre
el crecimiento de la economía. Mediante el uso de la “regla de Taylor,” las
autoridades monetarias utilizarán sus instrumentos monetarios para que el PIB se
mantenga en su trayectoria de crecimiento potencial. De esta manera, se
favorece tanto la creación de empleo como el incremento de los ingresos de las
familias.
Es importante recordar que en “economía no hay almuerzo gratis.” Si se
quieren tasas de interés más bajas, las autoridades deben aceptar un aumento de
la tasa de cambio. La evidencia empírica lo confirma. Después de la inyección
de liquidez aprobada en marzo de 2020 con el objetivo de enfrentar la crisis
provocada por la pandemia del Covid-19, la tasa de cambio del peso respecto al
dólar se incrementó entre abril y junio de ese año a un promedio mensual de
1.15 pesos. Asimismo, tras la ejecución del programa de facilidades de liquidez
rápida aprobado a inicios de junio de 2023, la tasa de cambio aumentó a un
promedio mensual de casi 70 centavos de peso entre junio y agosto de dicho año.
Esas variaciones absolutas contrastan con el promedio mensual de menos de 12
centavos observado entre diciembre de 2005 y febrero de 2020.
El reto del Banco Central es llevar a cabo el cambio de postura
monetaria al mismo tiempo que se mantiene ancladas las expectativas de
inflación. En el pasado, las autoridades monetarias lo lograron y se estabilizó
la tasa de cambio después de reducir el desbordamiento que se produce al inicio
de una política monetaria expansiva.
Hay que destacar que, además del monto de reservas internacionales del
Banco Central que oscila alrededor de los 15 mil millones de dólares, la
economía dominicana tiene una adecuada capacidad de generación de divisas que
evita movimientos cambiarios excesivos y favorece la estabilidad de precios.
A julio, la tasa de inflación interanual se colocó en 3.54%, variación
que se encuentra justo debajo del centro del rango meta de 4%±1%. La tasa
subyacente, la que excluye los precios de los alimentos y combustibles, se
situó en 3.90%, nivel que confirma que la política monetaria ha cumplido su misión
de mantener el anclaje de las expectativas de inflación y la variación de
precios alrededor del centro del rango meta. Si se logra que el PIB crezca un
5% y la inflación permanezca dentro de su rango meta, el Banco Central se habrá
colgado una nueva y merecida medalla.
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