[Escrito el 25 de marzo de 2021]
Esta semana se registró un choque de trenes. El
Banco Central y el Ministerio de Economía colisionaron por unas declaraciones
del viceministro de Economía Pavel Isa Contreras, quien señaló al periódico Hoy
que “la política monetaria se agotó en el país y ya no tiene más espacio para
estimular la economía.” La respuesta del Banco Central vino del subgerente de
Políticas Monetarias, Cambiaria y Financiera, Joel Tejeda Comprés, quien
rechazó esas declaraciones y defendió la capacidad del organismo emisor de
tomar medidas adicionales a favor de la recuperación económica.
La credibilidad es el principal activo de la política
monetaria para alcanzar y mantener la estabilidad de precios. Un entorno
caracterizado por tasa de inflación cercana a la meta y con baja volatilidad
permite decisiones de inversión y consumo compatibles con un mayor nivel de
crecimiento económico sostenido. Hay que recordar que, en el caso dominicano,
el 85% de la expansión del PIB se explica por las decisiones del sector
privado. En consecuencia, una política monetaria es efectiva si lograr mantener
las condiciones propicias para que los agentes económicos inviertan y consuman,
expandiéndose el valor agregado, el empleo y el nivel de bienestar de la
población.
La política monetaria se utiliza activamente
cuando el nivel del PIB se encuentra por debajo del potencial o tendencial. En
ese entorno macroeconómico se aplica una política monetaria expansiva, sea
mediante la reducción de la tasa de interés de referencia o, cuando se agota el
espacio para reducirla, mediante la aplicación de medidas monetarias no
convencionales con carácter transitorio, que expandan la cantidad de medios de
pago en circulación y estimulen la demanda agregada de bienes y servicios,
tomando en consideración la restricción que establece el hecho de que el peso
dominicano no es una moneda de reserva.
Dado lo anterior, hay que reconocer que la
política monetaria ejecutada desde marzo de 2020 ha sido la adecuada, pues ha
estimulado la economía y las expectativas de inflación se han mantenido ancladas
en el entorno de la meta del 4%, tasa interanual que se pudiera alcanzar en un horizonte
de política de 18 meses. Con extraordinaria rapidez se aprobaron en marzo
pasado medidas de reducción de tasas de interés y de expansión de liquidez, por
una suma que hoy ronda en el entorno de los 215 mil millones de pesos, que
permitió un significativo incremento del número de préstamos a bajas tasas de
interés en beneficio de los sectores productivos y las familias. Esto redujo el
impacto negativo sobre el valor agregado, el empleo y la pobreza provocado por
el confinamiento impuesto por las autoridades ante el avance del covid-19.
La recomendación de Pavel Isa de ejecutar una
política fiscal expansiva debe ser escuchada por el propio gobierno, en
particular por aquellos funcionarios que quieren ajustar las finanzas públicas
vía reducción del gasto. A pesar de que en el presupuesto de 2021 se estableció
un monto de gasto de capital superior a los 120 mil millones de pesos, en los
primeros dos meses del año la inversión pública ha estado en el entorno de un
15% de lo presupuestado. Esto sugiere que el gobierno tiene problemas para
ejecutar el gasto de capital. Por eso le recomendé hace meses al presidente
Abinader que se haga aprobar una ley especial, con cuatro o cinco grandes
proyectos de infraestructura, que le permita ejecutar 50 mil millones de pesos
de forma acelerada. De lo contrario, el aporte de la política fiscal en el
proceso de recuperación económica seguirá siendo muy reducido e irracionalmente
procíclico. Ante esa situación macroeconómica, la única opción es seguir
contando con la política monetaria.
Al final estimado Jaime, es una cuestión de semántica mas que de fondo. La política monetaria ha jugado su rol y como aprecias, ahora le toca la principalia a la política fiscal. Sin desmedro de mayor coordinación y estímulo monetaria y fiscal...
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