[Escrito el 11 de marzo de 2016]
América
Latina conoce muy bien las causas y consecuencias del populismo. Las crisis
económicas y la desigualdad son factores que estimulan el surgimiento de
políticos populistas, quienes utilizan argumentos extremistas para convencer a
las masas. Las consecuencias son terribles, al final todo concluye en el
empeoramiento de las condiciones de vida de la población que confió en el
discurso populista.
El
comandante Hugo Chávez -su sucesor Nicolás Maduro-, Evo Morales, Rafael Correa y los Kirchner son algunos casos recientes de populistas en América Latina.
Los países
más avanzados no son inmunes a la aparición de los políticos populistas. Adolfo
Hitler y Benito Mussolini alcanzaron el poder con un discurso de enfrentamiento
de las masas contra pseudo enemigos internos o externos. El daño provocado a
toda la humanidad por la política fascista fue terrible. La historia es muy conocida.
Lo penoso
es que en el siglo XXI se observa el surgimiento de nuevos líderes populistas
en los países desarrollados. En España, Pablo Iglesias y el partido Podemos es
una muestra. Alexis Tsipras y Syriza en Grecia es un ejemplo nefasto.
Pero el más
preocupante de los líderes con un discurso basado en el populismo es el caso de
Donald Trump. Este dice lo que la gente, que está preocupada por su situación
económica, quiere escuchar. Habla contra los chinos, contra los mexicanos y
contra los musulmanes. Mientras eso sucede, la popularidad de Trump aumenta,
amenazando con transformarse en el candidato presidencial del Partido
Republicano de la principal potencia del mundo. Un posible evento
extremadamente preocupante.
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