[Escrito el 10 de febrero de 2016]
Las
condiciones económicas en Brasil se deterioran de manera acelerada. El año
pasado la tasa de inflación fue de 10.7%, el PIB retrocedió en 3.7% y el tipo
de cambio se depreció en un 43%.
El déficit
fiscal, superior a un 7% del PIB, se acentúa por la disminución de los ingresos
tributarios y el aumento de los gastos públicos obligatorios. El descenso de
los precios de los bienes básicos que exporta Brasil provoca la caída de la
actividad productiva y de los ingresos tributarios. Además, el incremento de
las tasas de interés disminuye la inversión privada y la generación de empleo.
Ante esta
situación, el Partido de los Trabajadores, principal fuerza política que
respalda a la presidenta Dilma Rousseff, ha propuesto la flexibilización del
programa de austeridad. Esto implicaría un aumento del déficit público, lo cual
se traduciría en un aumento de la oferta de dinero, iniciándose una etapa de
dominancia fiscal. Ese escenario de política económica provocaría una mayor
depreciación del tipo de cambio y elevaría la tasa de inflación.
La
inestabilidad macroeconómica se acentuará con la incertidumbre que provocará el
posible juicio político contra la presidenta. Los expertos brasileños proyectan
que el PIB caerá en un 3% y que el real podría perder mucho valor en los
próximos meses, en especial si las autoridades deciden acentuar la dominancia
fiscal y dejan que la oferta de dinero se incremente en exceso. Lamentablemente,
el resultado será el deterioro de las condiciones de vida de los brasileños.
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