[Escrito el 13 de julio de 2015]
El costo de
la demagogia y el populismo es elevado. Grecia lo está pagando. Hace varias
semanas sufre un corralito bancario que ha reducido significativamente el nivel
de actividades y transacciones que pueden realizar sus agentes económicos. Es
triste ver a los viejitos griegos parados frente a los bancos, algunos
llorando, porque no hay efectivo para retirar el monto de su pensión.
Alexis
Tsipras ha hundido a Grecia. Su demagogia y populismo hizo creer a su gente que
se podían adoptar medidas económicas insostenibles y seguir en la eurozona. Así
llegó al poder y así se mantuvo luchando en contra de las recomendaciones
económicas que les hacían sus socios de la Unión Europea y el Fondo Monetario
Internacional.
Hoy Tsipras
aceptó un acuerdo que implica la adopción de medidas económicas que habían sido
rechazadas por un referéndum que él mismo convocó. La gran duda es si Atenas
cumplirá con esas medidas, las cuales le permitirían recibir desembolsos hasta un
máximo de 86 mil millones de euros en un período de tres años. Hay que recordar
que, después del episodio del Caballo de Troya, pocos confían en los griegos.
Ante esa
incertidumbre, los alemanes lo han dejado claro. Atenas cumple o la expulsan
del euro. Eso implica que los alemanes no están dispuestos a aceptar la ruptura
de las reglas. Así que, de ahora en adelante, todos los países de la eurozona tendrán
que cumplir con las metas fiscales para mantenerse en el euro.
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