[Escrito el 11 de enero de 2023]
La pensión es un flujo de ingresos que sustituye el ingreso laboral
cuando la persona llega a una determinada edad de retiro. Para poder recibir
ese flujo de ingresos el trabajador debe aportar recursos durante su vida
laboral activa, ya sea a una caja común o a una cuenta individual.
La caja común, a la cual los trabajadores actualmente jóvenes realizan
sus aportes para pagar las pensiones de los trabajadores ya retirados, es el
sistema de pensiones de reparto. La caja o cuenta individual, a la cual cada
trabajador realiza su aporte para acumular recursos que le permitirán recibir
una pensión mensual en función del monto ahorrado, es el sistema de
capitalización individual.
La estructura del sistema de reparto obliga a los gobiernos a realizar
aportes adicionales para lograr un equilibrio actuarial; es decir, para evitar
que el sistema de reparto colapse, quedándose las personas sin pensión, los
gobiernos deben realizar aportes adicionales y cuantiosos a la caja común. El
ejemplo de Francia es ilustrador.
Emmanuel Macron, el presidente de Francia, ha propuesto una reforma del
sistema de pensiones con el objetivo de evitar que colapse el sistema de
reparto o que sea necesario el establecimiento de mayores impuestos para
financiarlo. Hay que señalar que el gobierno francés gasta un monto equivalente
a 14.8% del PIB en el sistema de pensiones y prevé que ese aporte siga
aumentando debido a que se proyecta una reducción de la ratio de trabajadores a
pensionados. Para ponerlos en contexto, cabe señalar que esa suma de recursos
aportados al sistema de reparto francés, como porcentaje del PIB, es superior a
la presión tributaria completa de 14% de la República Dominicana.
La propuesta del presidente Macron es simple: aumentar hacia el año 2030
la edad de retiro de 62 a 64 años. Esa reforma es muy impopular. Casi el 70% de
los franceses se opone al aumento de la edad de retiro, que significa trabajar
por más tiempo. Todos los sindicatos y partidos de oposición también están en
contra. En otras palabras, los franceses quieren mejores pensiones, pero sin
trabajar más. Eso es imposible, a menos que aumenten los impuestos, que ya ascienden
a una suma equivalente a 45% del PIB.
Para reducir el grado de impopularidad de la reforma de pensiones, el
gobierno de Macron propone un incremento de cien euros mensuales a las personas
que realizaron los aportes necesarios para calificar para una pensión mínima,
llevándola a 1,200 euros al mes. Ya se verá si esa compensación logra evitar
que ocurran huelgas y protestas en las calles.
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