[Escrito el 16 de abril de 2021]
El caso de Turquía revela la importancia de la credibilidad del banco central. El hombre fuerte de ese país, Recep Tayyip Erdogan, despidió al gobernador del organismo emisor que estaba adoptando las medidas necesarias para recuperar la credibilidad de los agentes económicos en la moneda nacional.
El pasado mes de marzo, el presidente Erdogan despachó
sorpresivamente al gobernador Naci Agbal debido a desavenencias sobre la
política de tasa de interés. Ese funcionario había incrementado en 8.75 puntos
porcentuales la tasa de interés, hasta colocarla en un 19%, para enfrentar una
tasa de inflación superior al 16%, que afecta el poder adquisitivo de los
ingresos de la población. La reacción de los mercados al despido del gobernador,
que había logrado apreciar la lira en un 18% por primera vez desde la crisis
financiera de 2008, fue inmediata. La moneda turca perdió un 14% de su valor en
pocos días, el índice bursátil retrocedió casi un 10%, salieron 6.5 miles de
millones de dólares en dos días del país y se espera que la tasa de inflación
siga acelerándose.
El presidente Erdogan tiene la teoría de que
las altas tasas de interés estimulan la inflación. Lo peor es que el nuevo
gobernador, Sahap Kavcioglu, comparte esa teoría heterodoxa con Erdogan, lo que
significa que piensa que una reducción de la tasa de interés disminuiría la
tasa de inflación. No obstante, el nuevo incumbente afirmó que no echará inmediatamente
hacia atrás la política de tasas de interés del gobernador anterior. De hecho,
en su reunión de política monetaria de ayer decidió mantener constante la tasa
de interés en un 19%. Me imagino que esa decisión se tomó para no echar más
leña al fuego y evitar una depreciación más acentuada de la lira turca, lo cual
alejaría todavía más la tasa de inflación observada de su meta del 5%.
La incertidumbre creada por el presidente Erdogan puede impactar negativamente el crecimiento económico. El costo para protegerse de un posible incumplimiento de la deuda turca subió de manera instantánea en más de 150 puntos básicos, colocándose casi en 500 puntos básicos. Eso se traducirá en un aumento del costo del financiamiento y, en consecuencia, en menor ritmo de inversión privada y de creación de empleo. Ese desenlace demuestra que la pérdida de credibilidad del banco central tiene un impacto real y negativo sobre la economía.
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