El pasado viernes 5 de julio se publicó que en junio se crearon en los
Estados Unidos 195 mil puestos de trabajo no agrícola, superando los 160 mil
que se habían pronosticado.
Esa información confirma que la economía estadounidense
continúa recuperándose. Sin embargo, esa noticia positiva, puede ser negativa,
en particular para los títulos de renta fija, como bonos del tesoro, títulos
respaldados por hipotecas y deuda de países emergentes.
En efecto, la creación de muchos puestos de trabajo ratifica
que la Reserva Federal comenzará a desmontar entre septiembre y fin de este año
el programa de compra de bonos, el cual asciende a 85 mil millones de dólares
mensuales.
Reducir esas compras significa menor liquidez en el mercado
bursátil y, en consecuencia, mayores tasas de interés. Esas expectativas llevan a los inversionistas
a desprenderse de los títulos de renta fija porque se espera que el precio
actual se reduzca. Quedarse con bonos ahora significaría perder dinero en el
futuro.
El efecto sobre las acciones –títulos de renta variable-
será ambiguo. Por un lado, menor liquidez significa menor demanda de acciones
y, por lo tanto, menor precio. Pero, por otro lado, mejor desempeño económico,
caracterizado por mayor empleo, significa mayores ventas y mayor flujo de
efectivo para las empresas. Y esto se traduce en un aumento del precio de las
acciones.
El resultado final sobre el precio de las acciones dependerá
de cuál efecto domine.
El viernes pasado, los tres principales índices bursátiles
mostraron mucha variabilidad, cerrando las acciones al alza y el precio de los
bonos a la baja.
Ya veremos cómo abre el mercado hoy lunes.
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