[Escrito el 4 de septiembre de 2015]
La vivienda
constituye, en la mayoría de los casos, el principal patrimonio de una familia.
Por eso su acceso es imprescindible para mejorar el nivel de bienestar de la
sociedad.
En la
República Dominicana se afirma que existe un déficit de más de 910 mil
viviendas. Y, según la Asociación Dominicana de Constructores y Promotores de
la Vivienda (Acoprovi), de ese grupo sólo unas 170 mil familias podrán adquirir
una vivienda.
La mejor política
para promover el acceso a una vivienda es la que fortalece la capacidad de
generación de ingresos de la familia. La inversión en educación es la clave.
Una persona bien calificada tiene el potencial de obtener un buen empleo y
generar los ingresos requeridos para adquirir una vivienda.
El
financiamiento a largo plazo a bajas tasas de interés, determinadas libremente
en el mercado, es fundamental para facilitar la compra de viviendas. Una
persona educada, con un buen empleo, podría utilizar su flujo de ingresos como
respaldo para tomar un préstamo a 30 años y adquirir su vivienda. Esto sugiere
que una política monetaria que minimice la prima de riesgo de inflación,
reduciría la tasa de interés y elevaría los plazos de financiamiento,
favoreciendo el acceso al crédito.
Como
complemento de la política anterior, que
se ha estado ejecutando en el país desde 2012, el Estado debe apoyar a los
segmentos más vulnerables, los muy pobres, a tener acceso a su vivienda. Los
proyectos de La Barquita y la ciudad Juan Bosch son dos buenos ejemplos de cómo
hacerlo.
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