[Escrito el 20 de octubre de 2021]
El 21 de octubre de 2020 el precio del barril de petróleo oscilaba alrededor de los 40 dólares. Hoy, un año después, el precio de ese combustible superó los 84 dólares por barril, lo cual revela que se ha duplicado en doce meses. La pregunta clave a responder es si ese precio seguirá subiendo o no, pues la respuesta condicionará el resultado de las finanzas públicas dominicanas.
En el presupuesto General del Estado elaborado para 2022 se proyecta que el precio promedio del barril de petróleo West Texas Intermediate (WTI) será de 62.70 dólares. Esa proyección se acerca mucho a las realizadas por algunas entidades internacionales especializadas en el mercado de petróleo que estiman un precio entre 62 y 63 dólares, quedando por debajo del promedio de 2021 que será cercano a los 66 dólares.
Debe tomarse en consideración que históricamente la volatilidad de los
precios del petróleo ha sido elevada. Esto implica que, aun cuando el precio
arroje un promedio menor a los 63 dólares, podría ascender durante algunos
meses, en particular hacia finales de este año, hasta colocarse en el entorno
de los 90 dólares. El precio dependerá del comportamiento de la demanda, vinculada
con la recuperación económica; de la oferta, relacionada con la ruptura
transitoria de la cadena de suministro; de la pérdida de valor del dólar, que dependerá
de si se aprieta o no la política monetaria de la Reserva Federal; y del
apetito de riesgo de los especuladores de bienes básicos.
Es bueno recordar que, cuando la economía estadounidense salió de la
recesión 2007-2009, el precio del petróleo inició una escalada que lo llevó de
41.73 dólares en enero de 2009 hasta 113.39 dólares en abril de 2011, manteniéndose
en el entorno de los 100 dólares hasta junio de 2014. Esto lleva a colocar en
la tómbola de pronósticos precios más altos que el valor proyectado en el
presupuesto General del Estado.
Ante el posible aumento de precios es muy probable que las autoridades del gobierno dominicano decidan mantener el subsidio a la gasolina, gasoil y gas licuado de petróleo, que actualmente supera los 2,500 millones de pesos mensuales. Si ese evento ocurre, la presión sobre las finanzas públicas sería significativa, llevando a las autoridades a reducir otros gastos públicos, elevar los impuestos o a un mayor endeudamiento.
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