[Escrito el 24 de marzo de 2022]
La producción de alimentos en la República Dominicana está siendo
impactada desfavorablemente por el choque de oferta a nivel global. El primer
golpe provino de la disrupción de oferta provocada por la pandemia del
covid-19, que todavía sigue dando coletazos por la decisión de China de cerrar
centros de producción para evitar la propagación del virus. El segundo impacto,
que está en pleno desarrollo, se originó por la decisión rusa de invadir
Ucrania, generando la ruptura del flujo comercial de dos de los principales
productores de alimentos e insumos agropecuarios del mundo.
Además de combustibles, Rusia y Ucrania son grandes productores de
trigo, maíz y fertilizantes. La guerra entre esos dos países, y las sanciones
establecidas por los Estados Unidos y Europa contra Rusia, ha reducido
significativamente la disponibilidad de esos insumos, provocando un aumento
exponencial de sus precios. En el caso
de los fertilizantes, se estima que sus precios se han multiplicado casi por
cuatro con relación a su nivel registrado en 2020. Ese mayor costo de los
fertilizantes, típico choque de oferta negativo, tiende a aumentar los costos
de producción, a disminuir la productividad -al sustituirlos por otros insumos
menos eficientes- y a elevar los precios finales de los alimentos.
Antes de la guerra de Ucrania y producto de la pandemia del covid-19, el
precio internacional de los fertilizantes se había duplicado hacia el tercer
trimestre del año pasado. Eso llevó al gobierno del presidente Abinader a
realizar un acuerdo en octubre de 2021 con los productores nacionales de
fertilizantes para subsidiarlos con 1,700 millones de pesos, con el objetivo de
mantener fijos los precios de los fertilizantes hasta el próximo mes de abril. Eso
revela que los nuevos costos internacionales de la urea -cuyo precio se ha
triplicado-, potasio, fósforo y otros insumos no se han reflejado en los
precios de los fertilizantes a nivel nacional, lo cual presionaría a partir de
abril los costos de producción de alimentos, a menos que el gobierno continúe
subsidiando la producción de fertilizantes.
El efecto del choque de oferta negativo, dado el nivel de demanda, es el
aumento promedio de los precios al consumidor. De acuerdo con los datos
publicados por el Banco Central, la variación de precios interanual a febrero
del componente de alimentos es 10.2%, superando la tasa de inflación medida por
la variación del IPC en ese período que es 9%. A pesar de las medidas adoptadas
por el gobierno para enfrentar los mayores costos internacionales de los
insumos, el pan de agua se incrementó en términos interanuales a febrero en
27.4%; aceites y grasas, 29.4%; carne de res, 22.7%; harina de maíz, 21.8%; salami,
16.5%; pollo fresco, 10.7%; y huevos, 4.9%, entre otros.
Vista esa realidad, no cabe duda de que el principal reto del gobierno
es enfrentar ese empobrecedor aumento generalizado de precios.
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