[Escrito el 15 de noviembre de 2016]
El presidente electo
de los Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado que deportará entre dos y
tres millones de inmigrantes ilegales. Esa cifra está cerca de los 2.7 millones
de inmigrantes ilegales que deportó al presidente Barack Obama. De hecho, nunca
antes un presidente había deportado a tantas personas del territorio
estadounidense.
La diferencia puede
estar en la rapidez. Trump piensa hacerlo a la brevedad posible. Obama lo hizo
en siete años, a un ritmo de casi 400 mil deportaciones anuales. Los expertos
estiman que la capacidad del sistema de deportaciones tiene limitaciones que
impedirían deportar dos millones en un año.
Trump se ha referido a
los inmigrantes ilegales que son fáciles de detectar. Aquellos que tienen
expedientes criminales, traficantes de drogas y miembros de bandas. Según el
presidente electo hay más de dos millones en esas condiciones. No obstante, en total
hay 11 millones de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos, que pudieran ser
sujeto de las deportaciones de Trump.
La pregunta clave que
hay que hacer es, ¿cuál será el impacto económico de sacar de las actividades
productivas a esa cantidad de trabajadores que, por lo general, reciben un
salario por debajo del mínimo? La menor oferta laboral incrementará el salario
promedio, elevando los costos de producción. La competitividad de los sectores
productivos, como es el caso de la actividad agrícola, retrocederá,
perjudicando a un sector políticamente sensible. Pienso que ese resultado
repercutirá severamente sobre la Casa Blanca.
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