[Escrito el 7 de diciembre de 2015]
La victoria
de la oposición en las elecciones parlamentarias constituye el primer paso de
Venezuela hacia la libertad. Es el regreso a un estado de respeto a expresarse
económica y políticamente.
La Mesa de
la Unidad Democrática (MUD) alcanzó –hasta que se definan cuatro escaños que
faltan- 112 diputados. Ese peso parlamentario le dará poder a la oposición para
designar a las autoridades del Supremo y aprobar leyes orgánicas.
El resultado de esas elecciones es producto de
la mala política económica chavista. Una tasa de inflación de 84%, unida a la escasez
de bienes básicos, devora las condiciones de vida de la población. Además, el
retroceso de un 4.5% del PIB destruye empleo de manera acelerada, llevando a la
pobreza a miles de personas.
Venezuela
necesita urgentemente reformas económicas. La primera es corregir los precios
para que reflejen las condiciones de mercado. Esto estimulará la producción de
bienes y servicios, reduciéndose la escasez que agobia a los venezolanos.
La
reducción del déficit público, que se proyecta en un 16.5% del PIB, es
impostergable. Precios del petróleo por debajo de 40 dólares han provocado el
deterioro de la capacidad del gobierno chavista de continuar interviniendo en
la economía. Ya no hay recursos para comprar el apoyo popular. El ajuste fiscal
implica la reducción de gastos públicos e incrementos de impuestos.
Ante esa
realidad, los días de Nicolás Maduro como Presidente están contados. Para
evitar más sufrimiento a su pueblo, pienso que Maduro debería renunciar.
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