[Escrito el 14 de junio de 2016]
La lucha
contra la pobreza no es responsabilidad únicamente del gobierno. El sector
privado, que representa la mayor parte de la economía, debe crear las
condiciones para que la pobreza se reduzca.
Las
condiciones de vida de la población mejoran cuando se incrementa el nivel de
ingreso del trabajador. Esto implica que la persona debe estar trabajando en
una actividad que le permita obtener los recursos suficientes para vivir por
encima de la línea de pobreza.
El gobierno
debe ayudar a educar a la población que nació en un hogar pobre. La inversión
en educación de calidad le ayudaría a obtener un buen retorno -ingreso- sobre
el capital humano acumulado durante su formación académica. La evidencia
empírica es contundente. Los más educados son los que, en promedio, obtienen
mayor nivel de ingresos.
Al mismo
tiempo que el Estado ayuda en la educación de los pobres es imprescindible que
el sector privado cree los puestos de trabajo para emplearlos. Esto significa
que la inversión privada es indispensable para reducir la pobreza. La unión del
capital y el trabajo capacitado permite la creación competitiva de bienes y
servicios, lo cual favorece simultáneamente al trabajador y al dueño de la
empresa.
El
desarrollo del sector financiero es clave en este proceso de creación de empleo
y riqueza. Esa actividad transforma el ahorro en inversión, facilitando la
innovación y el aumento de la capacidad de producción. En consecuencia, la
unión público-privado es fundamental para reducir de manera permanente la
pobreza y mejorar sostenidamente la calidad de vida de la población.
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