lunes, 21 de septiembre de 2015

Pobreza y delincuencia

[Escrito el 7 de septiembre de 2015]

La mejor forma de enfrentar la delincuencia es mediante la promoción de la educación y el empleo. Una población bien educada es capaz de obtener buenos empleos y generar ingresos suficientes para satisfacer de manera holgada sus necesidades económicas.

Lo anterior no significa que los pobres sean delincuentes, pues hay muchas personas que a pesar de ser pobres no comenten actos delictivos. La afirmación se desprende de la amplia evidencia empírica que demuestra que los delincuentes tienen una mayor probabilidad de provenir de hogares en pobreza. En ese contexto, estoy totalmente de acuerdo con la declaración sobre ese tema del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez.

Recuerdo un estudio que publicaron en 1999 dos profesores de la Universidad de Colorado en Denver donde se analizan los determinantes de vender drogas, cometer asaltos, robos, entre otros actos delictivos. Los profesores Naci Mocan y Daniel Rees demuestran que un aumento de la tasa de desempleo y de la pobreza se traduce en una mayor propensidad de que se comentan crímenes.


El estudio, que utiliza datos de 16,478 jóvenes a nivel de bachillerato, también demuestra que las personas responden a incentivos. En la investigación queda demostrado que cuando se crean oportunidades de empleo que aumentan los ingresos de la familia se reduce la delincuencia. En términos específicos señalan que la reducción del desempleo y de la cantidad de número de niños en pobreza explica un 28% de la disminución del crimen juvenil entre 1993 y 1996. 

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