[Escrito el 24 de noviembre de 2020]
El gobierno actual ha señalado que la inversión
extranjera aumentó en un 4% en el período enero-septiembre de este año con
relación al mismo período del anterior. Y justificó ese incremento en la
confianza de los inversionistas en la economía y en el nuevo gobierno. Dado que
las inversiones, sean extranjeras o nacionales, no se realizan de un día para
otro, el hecho de que en los primeros nueve meses de este año de pandemia se
haya incrementado la inversión extranjera es un reflejo del buen manejo económico
de los funcionarios de la administración de Danilo Medina.
Hay que reconocerle al presidente Abinader el
interés de mantener la estabilidad macroeconómica que se ha disfrutado por
dieciséis años. La ratificación de Héctor Valdez como Gobernador del Banco
Central es una muestra de que le interesa que se mantengan las condiciones
monetarias que aseguran la estabilidad de precios y el crecimiento económico.
Las autoridades gubernamentales pronostican que
la economía dominicana crecerá en un 6% el año que viene. Para alcanzar ese
objetivo es necesario que se recupere la inversión, tanto pública como privada.
La acumulación de capital en forma de infraestructura pública, equipos,
maquinarias y edificios, es una condición necesaria para el aumento de la
productividad, competitividad, producción y del valor agregado. En
consecuencia, el gobierno debe crear las condiciones para la expansión de la
inversión.
Lamentablemente, el gasto público de capital se
encuentra estancado. El gobierno del presidente Abinader no ha arrancado más
allá de los anuncios. La autopista del Ámbar, que será una obra clave para el
desarrollo de la zona norte del país, no ha iniciado. En Pedernales no se ha
puesto el primer bloque de cemento. A los puertos de Manzanillo o de San Pedro
de Macorís no les ha llegado el primer bulldozer. Y si es con la Ley 340-06 de
Compras Públicas, o con la Ley 47-20 de Alianza Póblico-Privadas, que se
pretende poner en marcha esas grandes obras les aseguro que será hacia finales
de 2021 que comenzarán los trabajos.
El presidente Abinader debe entender que la
inversión pública es complementaria de la inversión privada. Esos proyectos
privados, a los cuales él ha asistido a dar el primer picazo, como la
remodelación del Puerto de Barahona, que llevará a cabo la empresa Benfold para
exportar carbonato de calcio por esa vía, o la construcción de hoteles en la
zona este, se realizarán por decisión privada siempre que se mantenga la
estabilidad macroeconómica y la seguridad ciudadana, entre otros factores.
Ojalá que el presidente Abinader no confunda su presencia en el inicio de esos
proyectos privados, con la inversión pública que necesita poner en marcha para
lograr la meta de crecimiento de un 6% para 2021.
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