[Escrito el 25 de noviembre de 2020]
La desigualdad de ingresos laborales se explica,
principalmente, por la diferencia en el nivel educativo de los trabajadores.
Aquellos con mayor educación alcanzan, en promedio, ingresos más elevados
durante su vida productiva. Esto implica que todo aquello que influya, positiva
o negativamente, sobre la educación impacta en la equidad de la distribución de
la renta.
En la República Dominicana, menos del 25% de la
población ocupada ha llegado a la universidad. Ese porcentaje incluye tanto a
los graduados universitarios como a los que llegaron y abandonaron los estudios
en ese nivel. Al descomponer por sexo, se observa que, en promedio, la mujer
ocupada tiene mayor nivel educativo que los hombres. Específicamente, el 35.5%
de las mujeres perceptoras de ingresos llegó a la universidad, mientras que
sólo lo hizo el 17.3% de los hombres.
En general, el reducido nivel educativo que tienen
los trabajadores explica el bajo nivel de ingreso per cápita que se obtiene en
el mercado laboral, así como la diferencia en los ingresos. A pesar de que la
intervención del Estado, mediante la política de gastos e ingresos públicos,
reduce la desigualdad, el coeficiente de Gini es igual a 0.44, el cual se
encuentra cerca del promedio de América Latina (0.46), que es considerada una
de las regiones de mayor inequidad del mundo.
La crisis provocada por el Covid-19 tendrá
repercusiones negativas sobre el desempeño escolar y la desigualdad. Existe
evidencia que revela que la educación a distancia sea por radio, televisión o
por internet, impacta desfavorablemente sobre el aprendizaje de los niños. Se
ha demostrado que el nivel de comprensión de las matemáticas es menor, lo cual
significa un deterioro del uso de la lógica, que a su vez reduce la capacidad
de lectura comprensiva. Asimismo, se ha verificado que los niños tienen menor
capacidad que las niñas de mantenerse atentos a las clases remotas, quedándose
rezagados en su aprendizaje. Y un menor ritmo de absorción de conocimientos, se
traduce en una mayor probabilidad de deserción escolar.
Los hogares con mayores ingresos poseen medios
para amortiguar el efecto negativo que tiene la educación a distancia. En consecuencia,
el Covid-19 tendrá un impacto negativo sobre la distribución del servicio de
educación de calidad, acentuándose la diferencia de ingresos de la población en
el mediano y largo plazo.
Si al deprimente servicio de educación que
recibirán los niños de los hogares pobres y vulnerables durante la pandemia, se
añade la eliminación en enero próximo de los programas sociales como Quédate en
Casa, Pa’Ti y Fase, lo cual provocará quiebra de empresas y mayor desempleo, se
puede concluir que la distribución de los ingresos se deteriorará también en el
corto plazo. Ante ese efecto negativo del Covid-19 sobre el bienestar de los
pobres y vulnerables, le recomiendo al presidente Abinader que piense bien los
próximos pasos que dará durante la presente crisis.
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