lunes, 4 de abril de 2016

Obama en Cuba (II)

[Escrito el 22 de marzo de 2016]

El éxito de la visita del presidente Barack Obama a Cuba dependerá de la ejecución de reformas económicas e institucionales.

Entre las reformas institucionales se encuentra el fortalecimiento del sistema judicial. Esto, unido al régimen de propiedad privada que debe establecerse, permitiría a los agentes económicos dirimir conflictos que se originarán después de que se generalice la inversión privada. Una justicia eficiente y accesible es clave para que los empresarios, pequeños, medianos y grandes, sepan que existe un ente que sirve de árbitro ante los conflictos que emanen de la proliferación de los negocios privados.

Además, es imprescindible la creación de un verdadero estado de derecho fundamentado en la libertad. El gobierno cubano tiene la obligación de dar más libertad a su gente, para que se asocie y tome decisiones sobre el futuro político de su nación. Algunos pensarán que China ha progresado sin que el Partido Comunista Chino suelte el control del Estado. Eso es cierto, pero lo ideal es que las sociedades progresen económicamente de manera simultánea al avance de la democracia.

Algunos autores, como el economista Robert Barro, argumentan que los países no pueden convertirse en democracia demasiado pronto. Otros, como Casey Mulligan y Xavier Sala-i-Martin señalan que no existe mucha diferencia entre la política económica que puede ejecutarse en una democracia con relación a la que se puede ejecutar en un Estado no democrático.

Sea cual sea la relación, la verdad es que Cuba tiene 57 años sin democracia y pienso que una precondición a exigirse para que reciba nuevas inversiones extranjeras es que el gobierno otorgue más libertad a su pueblo.


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