[Escrito el 8 de marzo de 2023]
La mujer es un factor de producción muy subutilizado en la República
Dominicana. Aun cuando está más educada que los hombres, la mujer tiene una participación
en el mercado de trabajo 27.1 puntos porcentuales por debajo que la exhibida
por los hombres. Esto significa que la economía dominicana no está aprovechando
adecuadamente el potencial que se desprende del mayor nivel educativo de la
mujer.
Lamentablemente, la situación laboral de la mujer dominicana se agravó
por el covid-19 y, a pesar de la recuperación de la economía, muestra peores
condiciones que antes de la pandemia.
En el tercer trimestre de 2019, la tasa global de participación de la
mujer -que se define como el porcentaje que se obtiene al dividir la población
económicamente activa entre la población en edad de trabajar- era de 52.7%. En
el tercer trimestre de 2022, fecha post covid en que todas las actividades
productivas ya estaban abiertas, la tasa global de participación de la mujer se
situó en 49.3%; es decir, 3.4 puntos porcentuales menos que antes de la
pandemia. La tasa de ocupación, medida como el porcentaje de ocupados con
relación a la población en edad de trabajar, cayó en 2 puntos porcentuales,
situándose en 45.5% en el tercer trimestre de 2022.
En términos absolutos se puede señalar que en los tres años comprendidos
entre el tercer trimestre de 2019 y tercer trimestre 2022, a pesar de que la
cantidad de mujeres en edad de trabajar se incrementó en 162,854 personas, hubo
una disminución de 56,559 mujeres como miembros de la población económicamente
activa. Más todavía, en ese período las mujeres perdieron más de 52 mil empleos
formales.
La gravedad de la situación laboral de la mujer se percibe con mayor
claridad cuando se compara con los tres años comprendidos entre el tercer
trimestre de 2016 y el tercer trimestre de 2019. En ese período la tasa global
de participación subió en 3.3 puntos porcentuales y la tasa de ocupación se
elevó en 3.2 puntos porcentuales. Esos resultados implican mejores condiciones
de vida para la mujer y su hogar.
En términos absolutos, en los tres años prepandémicos la cantidad de
mujeres en edad de trabajar se incrementó en 164,980 personas, cifra muy
parecida a la registrada en el período posterior bajo análisis. Sin embargo, la
cantidad de mujeres que entró a formar parte de la población económicamente
activa se incrementó en 210,508, creándose un total de 199,971 empleos para mujeres,
de los cuales casi 163 mil fueron empleos formales.
En resumen, durante y después de la pandemia hubo mujeres que salieron
del mercado de trabajo y, aun cuando las actividades productivas se han
abierto, no se ha logrado que se inserten nuevamente en el mercado, perdiendo
la economía un valor agregado que es clave para seguir reduciendo la pobreza.
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