[Escrito el 28 de marzo de 2023]
El balance general o estado de situación de un banco, al igual que el de
las empresas no financieras, se compone de activos, pasivos y patrimonio. No
obstante, las características de esos componentes del balance de los bancos y
de otras empresas son muy diferentes.
Por el lado de los activos, los bancos poseen efectivo depositado en
bóveda o en el banco central, cartera de préstamos, inversiones en títulos financieros
-públicos o privados- e inversiones en bienes raíces. La mayor parte de los
activos de un banco se concentra en préstamos e inversión en títulos
financieros. Ambos tipos de instrumentos financieros generan un retorno a
través de la tasa de interés o cupón que se les coloca cuando se otorga o es
emitido.
El valor de mercado de esos instrumentos, como los bonos o notas del
Tesoro, depende de la tasa de interés del mercado. Esto significa que el valor
de mercado puede ser distinto al valor facial o nominal, que es el que se
determinó al momento de emitir el título. Cuando la tasa de interés sube, el
valor de mercado de los títulos financieros públicos que se emitieron con una determinada
tasa de interés baja. En otras palabras, si la tasa de interés sube el valor de
mercado de los activos de la entidad financiera se reduce; esto se denomina
riesgo de tasa de interés, que aumenta mientras más largo sea el plazo de
vencimiento del instrumento financiero.
Por el lado de los pasivos, los depósitos -a la vista y a plazos- y los
bonos emitidos por el banco, sean convertibles o no en acciones, son los
principales componentes. Por lo general, el plazo de vencimiento de esos depósitos
y bonos son de muy corto plazo, lo cual significa que cuando sube la tasa de
interés de mercado tiende a subir relativamente rápido la tasa de interés de
esos pasivos o se corre el riesgo de que los depósitos salgan hacia otros
bancos.
La pérdida de depósitos puede llevar al banco a vender activos, a precio
de remate, para poder satisfacer el aumento de la demanda de liquidez. Esto
genera un riesgo de liquidez, que se hace más grave en la medida en que los
activos sean menos líquidos y vulnerables a los movimientos de la tasa de
interés del mercado. Si el activo se vende a precio de remate, el banco tendría
que aceptar un descuento muy elevado de su precio.
La reducción del valor de mercado de los activos en comparación con el
valor de los pasivos provoca una disminución del patrimonio del banco. Esto
obliga al banco a emitir más acciones para elevar su capital. Si no lo logra,
la probabilidad de que ocurra una corrida bancaria se eleva a niveles que
obliga a las autoridades a intervenirlo y buscarle un comprador para que la
resolución sea lo menos gravosa posible para la economía.
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