[Escrito el 30 de diciembre de 2020]
Una de las condiciones necesarias de una democracia es la libertad de expresión. La tolerancia, que debe prevalecer en esa forma de gobierno, se sintetiza en la frase atribuida a Voltaire, famoso filósofo francés: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.”
El gobierno ha creado una Torre de Babel en
materia de Covid-19. Por un lado, el presidente Luis Abinader declara que esa
enfermedad está controlada en el país. Mientras, la vicepresidenta, Raquel Peña,
y el ministro de Salud afirman que los casos de Covid-19 crecen de manera
exponencial y que la situación es alarmante.
Esa Torre de Babel parió el decreto 698-20, sobre
el cual señalé, el 18 de diciembre pasado, que era temporalmente inconsistente
y que, por lo tanto, sería modificado en un plazo breve. Hoy, 30 de diciembre,
Raquel Peña anunció al país el decreto 740-20, que modifica el anterior y establece
un toque de queda más estricto.
Ante la contradicción existente entre los
discursos oficiales sobre el Covid-19, el gobierno quiere imponer una mordaza a
todo aquel que no comulgue con ellos, aun cuando esa persona tenga información
y capacidad de análisis sobre ese tema. En una reunión del Gabinete de Salud
celebrada el 28 de diciembre en el Palacio Nacional, encabezada por Raquel
Peña, se desautorizó a hablar sobre Covid-19 al director del departamento de
Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, Ronald Skewes, quien había
declarado recientemente que el país estaba siendo impactado por una segunda ola
de infección de esa enfermedad.
El gobierno quiere establecer la censura con
relación al Covid-19. La deficiente unidad de comunicaciones del Palacio
Nacional, encabezada por Milagros Germán, publicó un tuit en el que solicitaba:
“A nuestros amigos de los medios, principales aliados, pedimos que nos sigan
acompañando [sic] ofreciendo solo información oficial.” Esa solicitud, unida a
la decisión del Gabinete de Salud de concentrar toda la información sobre ese
tema, limitará la libertad de prensa que deben tener los medios para obtener
otras versiones distintas a las que presenta el oficialismo. Si prevalece esa
política gubernamental, se estaría imponiendo la tiranía del silencio, que
imperó en la Alemania de Hitler, la Rusia de Stalin, o la República Dominicana
de Trujillo.
El pueblo dominicano debe defender y exigir la libertad de expresión. Y más en una situación en que el promedio de infectados por día se ha incrementado vertiginosamente en las últimas cuatro semanas, duplicándose la tasa de positividad entre el 16 de noviembre y el 28 de diciembre de este año, al pasar de 15.3% a 37.2%. Esa terrible realidad no puede ser ocultada. El pueblo debe percibir el riesgo de contagiarse de esa enfermedad y conocer la elevada probabilidad de que haya un desbordamiento de la demanda de servicios de salud, que obligue a los médicos a decidir quién vive y quién muere.
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