[Escrito el 30 de noviembre de 2020]
La economía dominicana ha demostrado ser
resiliente. Su capacidad de recuperación frente a choques domésticos o
externos, o choques de oferta o demanda, es verdaderamente extraordinaria. Las
estadísticas de octubre muestran que la actividad económica, medida por el
producto interno bruto, mejora sostenidamente, lo cual revela una trayectoria
que se explica por la política económica que se ejecuta desde marzo de este
año.
De acuerdo con el Banco Central de la República
Dominicana, el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) del mes de
octubre de 2020 presenta una variación interanual de -4.3%, colocándose el
crecimiento promedio del período enero-octubre en -7.7%.
El PIB trimestral desestacionalizado revela un
comportamiento positivo en el trimestre julio-septiembre con relación al
segundo trimestre del año. Específicamente, se estima que la actividad
económica se incrementó en un 11% en el tercer trimestre al compararse con los
tres meses anteriores.
La recuperación de la actividad económica
privada se explica por la política económica expansiva. Por un lado, el Banco
Central desde el mes de marzo, justo antes de que iniciara la cuarentena,
comenzó a disparar los cañones monetarios, reduciendo la tasa de interés de
política y liberando decenas de miles de millones de pesos la liquidez, con lo
cual apoyó la demanda agregada de los agentes económicos privados.
La actual política monetaria me hizo recordar
la reacción del Banco Central en 1998, cuando el país fue impactado por el
huracán Georges. En aquel momento, las autoridades monetarias, encabezadas por
el gobernador Héctor Valdez, ejecutaron rápidamente un programa de
flexibilización crediticia que apoyó el conjunto de acciones del Gobierno
Central y del sector privado, que eran necesarias para reconstruir el país y el
aparato productivo nacional, creciendo el PIB ese año en 7.3%.
Volviendo al presente, la política fiscal
también ha favorecido la recuperación de la actividad productiva. El apoyo a
los hogares pobres y vulnerables, así como a las pequeñas y medianas empresas,
ha amortiguado el impacto negativo que provocó la pandemia del Covid-19 sobre
la oferta y la demanda de bienes y servicios. Los programas de ayudas sociales,
Quédate en Casa, Fase y Pa’Ti han sido clave para la mejora del PIB y para
evitar que subiera la incidencia de la pobreza en 7.3 puntos porcentuales
adicionales a lo que subió (6 p.p.), pero se necesita aumentar la inversión
pública, lo cual facilitaría que la economía cierre el año 2020 con una
variación en el entorno del -6.8% y alcance una expansión de un 6% en 2021, tal
como estima el Banco Central. Un excelente resultado si se toma en
consideración que en el pasado mes de abril se registró un desplome de -29.8%.
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