[Escrito el 4 de diciembre de 2020]
Estamos en una era de bajas tasas de interés a
nivel global. En el año 2000 la tasa de interés real, medida por el rendimiento
del Tesoro de los Estados Unidos a 10 años menos la tasa de inflación era de
4.3%, mientras en el año 2020 esa variable se colocó en -0.1%. Y se espera que las tasas de interés se mantengan
en un nivel reducido, específicamente por debajo de 2% en términos nominales,
durante los próximos años.
Bajas tasas de interés implican un cambio de
poder de la política económica. La política monetaria reduce su efectividad,
pues está condicionada por el límite inferior cero, por debajo del cual no
puede reducirse la tasa de interés nominal. En el pasado, cuando había
recesión, los bancos centrales actuaban de manera rápida reduciendo de manera
significativa la tasa de interés para reactivar la demanda agregada. Pero, con
tasas de interés cercanas a cero, el margen de maniobra de las autoridades
monetarias se reduce. No obstante, hay que reconocer que se pueden utilizar
otros instrumentos monetarios de rápida implementación para reactivar la
economía.
Por otro
lado, las bajas tasas de interés fortalecen la política fiscal, pues disminuyen
el servicio de la deuda pública y facilitan su sostenibilidad. En otras
palabras, esas bajas tasas de interés, como las actuales, permiten a los
gobiernos endeudarse con mayor facilidad y a menor costo, aumentando la
capacidad de ejecutar una política fiscal expansiva, como es el caso de obras
de infraestructura, lo cual elevaría el crecimiento potencial y expandiría el
empleo en el sector privado. Esa es una gran oportunidad para mejorar el nivel
de capitalización pública en economías emergentes.
En el caso de la República Dominicana, la
reducción de las tasas de interés a nivel internacional podría ser aprovechada
para realizar operaciones de gestión de liquidez, como la lanzada por el
gobierno del presidente Abinader el pasado martes. Esto significa sustituir
deuda soberana con elevadas tasas de interés por deudas con menores tasas.
Obviamente, esto implica pagar una prima por encima del valor facial del bono
que se estaría readquiriendo, pero operaciones de ese tipo se podrían llevar a
cabo, siempre y cuando, haya un beneficio para el gobierno dominicano en
términos de valor presente. Con relación al flujo de caja, esa operación
financiera reducirá el servicio de la deuda en los próximos años, liberando
recursos que podrían utilizarse para aumentar el gasto de capital, lo cual
aceleraría el crecimiento económico. Esa recomendación la realizo sin perder de
vista el valor presente del superávit primario, que se debe alcanzar para
honrar la deuda pública en el largo plazo.
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