Frente
al Statu Quo
Las propuestas que presentó Leonel
Fernández en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas revelan
su total desconocimiento de cómo funcionan los mercados de futuros de bienes
básicos.
Los contratos de futuros se utilizan
para reducir el riesgo de los movimientos de precios de los bienes. A través de
esos contratos el productor recibirá el precio convenido cuando llegue el plazo
de la transacción. Tienen una gran importancia en el caso de los productos
agropecuarios, dado que éstos son inelásticos y, en consecuencia, sus precios pueden
variar mucho ante cualquier cambio de la cantidad comercializada. El contrato de
futuros, si es suficientemente líquido, permite transferir el riesgo del
productor agropecuario a un especulador.
Leonel Fernández quiere que se prohíba
que los alimentos sirvan como activos financieros. Esto destruiría la capacidad
de estabilizar el precio de los alimentos que se logra mediante su fijación en
los contratos de futuros. La volatilidad (i.e., incertidumbre) de los precios
de los alimentos y de los ingresos de los productores sería mucho mayor que la
actual.
También propuso que se limitara la
participación de los intermediarios financieros (e.g., bancos de inversiones,
fondos de pensiones, compañías de seguros, fondos mutuos, entre otros) en los
mercados de futuros. Esto reduciría el grado de liquidez de esos contratos y
haría más difícil que se pueda transferir el riesgo del productor agropecuario
a un agente económico especializado en la absorción de esa volatilidad.
La propuesta más descabellada es la de gravar con un 5% “los 4 trillones de
dólares que circulan diariamente por el mundo en forma de transacciones
financieras.” Para que tenga una idea de lo que esa propuesta significa, un
ejemplo. Imagínese lo que sucedería si en la República Dominicana se establece
un impuesto de un 5% a todos los desembolsos y pagos de préstamos que se
realizan diariamente. Ese impuesto tendría un impacto catastrófico sobre la
intermediación financiera y la economía en general.
La propuesta de Leonel Fernández es
equivalente a la de un hechicero que le dice que tiene una poción que le
asegura la vida eterna. ¿Apoyaría usted esa propuesta? Claro que sí, pues el
ser humano quiere vivir eternamente. Pero, ¿la apoyaría si esa poción le
produjese un dolor tan intenso –y permanente- como el que sufre quien le vende
su alma al diablo? Creo que el apoyo sería menor.
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