Frente
al Statu Quo
El
gobierno de Leonel Fernández ha estado adoptando medidas económicas que reducen
el nivel de solvencia de la banca. Ante la situación de crisis económica
nacional e internacional, esas medidas son equivalentes a jugar con fuego.
La
banca es un negocio de confianza, que depende de su nivel de solvencia. Un
banco que no posea suficiente capital será percibido como débil y con alta
probabilidad de quebrar. La pérdida de confianza produciría retiros masivos de
depósitos, evento conocido como corrida bancaria, que aceleraría el colapso de
la entidad financiera. Para evitar ese tipo de situaciones los gobiernos
promueven el aumento del nivel de capitalización de la banca.
Lamentablemente,
el gobierno dominicano adopta medidas que reducen la capitalización y solvencia
del sector bancario. El establecimiento de un impuesto de 1% sobre los activos
financieros representa 5 mil millones de pesos menos de beneficios y, en
consecuencia, menor capacidad de acumulación de capital de la banca. Algo
similar provoca el incremento de un 25% a un 29% de la tasa del Impuesto sobre
la Renta.
La
política monetaria del Banco Central también disminuye el nivel de solvencia de
la banca. El incremento de hasta un 70% en las tasas de interés del sistema
financiero en los últimos doce meses ha aumentado el riesgo de crédito, pues ha
disminuido la capacidad de pago de los clientes de los bancos. Esto obliga a
los intermediarios financieros a realizar mayores provisiones por cartera
morosa, reduciendo su nivel de solvencia.
La
decisión de la Dirección General de Impuestos Internos de convertir a la banca
en agente de retención también atenta contra su capitalización y estabilidad.
El deseo del gobierno de Fernández de incrementar los ingresos públicos –para
continuar su despilfarro-, ha llevado a la DGII a dictar la Norma 13-2011 que
viola la Ley Monetaria y Financiera al desmantelar el secreto bancario que
beneficia a las empresas jurídicas y a las personas físicas.
La
reacción de las empresas que tienen depósitos en la banca será imprevisible. No
se sabe si ante la eliminación del secreto bancario retirarán parte de sus
depósitos o los dejarán. Esa incertidumbre ha llevado al Banco Central y a la
Superintendencia de Bancos a oponerse a la DGII. Los hacedores de política
monetaria están nerviosos. Si no se puede pronosticar adecuadamente la
evolución de la demanda de depósitos (o dinero en sentido general), no se
podría ejecutar una política monetaria que asegure la estabilidad de precios y
de tipo de cambio. Si eso sucede, las manos que mantienen la estabilidad
podrían quemarse.
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