miércoles, 6 de enero de 2021

Del Covid-19 a la reforma tributaria

 [Escrito el 5 de enero de 2021]

En la República Dominicana, la lucha contra el Covid-19 la ha llevado principalmente la clase media, que ha sido el segmento de población que mejor ha respetado el toque de queda. Esa afirmación se demuestra fácilmente. En los barrios pobres y vulnerables ha habido un desbordamiento de la población en actividades que se celebran en las calles, incluso durante las horas de toque de queda. Los ricos se han ido a las zonas turísticas a disfrutar sus fiestas navideñas, donde hubo pocas limitaciones a su movilidad e intercambio social. En contraste, la mayoría de la clase media se quedó en sus casas, respetando el toque de queda. La aceleración del ritmo de contagio es el resultado de un comportamiento irresponsable de gran parte de la población. 

La pandemia del Covid-19 deterioró significativamente las finanzas públicas. Se estima que el déficit del sector público no financiero del año pasado cerró en el entorno del 9% del PIB, nivel que se explica por el aumento de los gastos de ayuda social y por la disminución de los ingresos tributarios. Esos gastos sociales beneficiaron principalmente a los segmentos más vulnerables de la población. De hecho, se estima que, con esos programas, el gobierno del presidente Medina evitó que más de 700 mil personas cayeran a condiciones de pobreza.

Lamentablemente, la restricción presupuestaria intertemporal obligará a la ejecución de una reforma fiscal, cuyo principal elemento será una reforma tributaria, que eleve en cuatro puntos del PIB los ingresos del gobierno. Aquí cabe preguntar, ¿cómo se distribuirá la carga correspondiente a esas nuevas recaudaciones?

Los pobres y vulnerables, alrededor del 50% de la población, tienden a ser protegidos mediante el aumento del gasto social en especie, como educación, salud, y mayores transferencias en efectivo, condicionadas y no condicionadas. Esto significa que, en términos netos, es muy probable que paguen poco de la reforma fiscal.

Los ricos, alrededor del 4% de la población, son los más beneficiados de las exenciones y del gasto tributario en general, por lo cual es muy probable que busquen mecanismos para achicar la parte de la variación de la presión tributaria que le corresponda pagar.

Lo anterior implica que, la clase media, alrededor del 46% de la población, será la que tenga que pagar la mayor parte de la factura correspondiente al incremento de impuestos, que llevará a cabo el gobierno para enfrentar la pandemia del Covid-19 y recuperar la sostenibilidad de las finanzas públicas.

¿Estará dispuesto el Congreso Nacional a aprobar una reforma tributaria que recaiga principalmente sobre la clase media? Si no lo está, es muy probable que no haya reforma fiscal y que el déficit siga alimentando la deuda pública, que ya supera el 70% del PIB. Ese posible evento es muy preocupante.

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