[Escrito el 2 de marzo de 2021]
Hoy llevé a mis padres a vacunar contra el
covid-19 y me percaté del viacrucis que significa hacerlo. El plan de
vacunación, si así se puede llamar, elaborado por el gobierno del presidente
Abinader es ineficiente e incompatible con el bienestar de nuestros adultos
mayores de setenta años.
En enero le recomendé a las autoridades que
pidieran cooperación a Israel en el diseño e implementación de ese plan, por
ser ese país el que tiene mejores indicadores en la inoculación de su gente.
Por lo que viví hoy, el gobierno no le solicitó ayuda a nadie.
Hoy es el segundo día de vacunación para ese
grupo de edad. Me enteré del centro de vacunación por un mensaje que me llegó
del Club Naco, el cual invitaba a sus socios a llevar a sus familiares con edad
superior a 70 años. Al final de la tarde de ayer el gobierno publicó la lista
real de centros de vacunación.
A las 8:30 de la mañana de hoy la fila de
personas con deseos de vacunarse cubría la mitad del perímetro de las
instalaciones del Club Naco. Estoy seguro de que por lo menos mil personas
estaban ansiosas por recibir la vacuna. La tecnología utilizada para comenzar a
organizar a ese mar humano fue un papelito con un número escrito a mano que se
entregaba a los adultos mayores, quienes sentados y de pie esperaban el inicio
del proceso de vacunación. Posteriormente, apareció alguien que comenzó a anotar
en una libreta los números y los nombres.
Cerca de las 9:30 de la mañana, corrió como
pólvora la noticia que más se temía, supuestamente había sólo 200 dosis de la
vacuna, pero se indicó que las personas debían registrarse para vacunarse
mañana o pasado mañana. Afortunadamente, una hora después, alguien dijo que, al
ver las imágenes tomadas por un dron de la inmensa cantidad de personas fuera
del club, “la presidencia había decidido enviar 400 dosis más.” Estoy seguro de
que esa cantidad resultó insuficiente.
Después de que se entraba a las instalaciones
del club, había cuatro estaciones en cada una de las cuales se debía esperar
para luego ser llamado y pasar a otra estación. Siete horas después llegó el
momento de la vacunación. En este punto hay que hacer un reconocimiento al
personal médico y de apoyo, entre ellos los militares, quienes fueron muy
amables, serviciales y comprensivos ante la desesperación de nuestra gente
envejeciente, que cansada quería que el viacrucis terminara.
Ante lo vivido en el día de hoy, le recomiendo
al gobierno el establecimiento de un centro de llamadas que permita a las
personas registrarse, y que esté respaldado por un software que asigne
inmediatamente un ticket con lugar, fecha y hora para la vacunación. Esto
evitará la concentración excesiva de personas en centros y horas específicas, y
permitirá la asignación óptima del personal y vacunas. Si eso se hubiese planificado
desde enero pasado, estoy seguro de que nuestros viejitos no hubiesen sufrido
tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario