[Escrito el 8 de junio de 2022]
El Banco Mundial proyecta para este año una desaceleración económica y
un aumento de la probabilidad de que se registre una estanflación global. Esto
significa un período caracterizado por recesión, o contracción económica, junto
a una elevada inflación. Ese es el peor de los mundos, pues implica
simultáneamente la pérdida de empleos y la reducción del poder de compra de los
ingresos. El resultado de ese tipo de evento económico es el deterioro de las
condiciones de vida y el aumento de la incidencia de la pobreza.
En su más reciente informe sobre Perspectivas Económicas, el Banco
Mundial prevé que el crecimiento mundial se reducirá de 5.7% en 2021 a 2.9% en
2022. Esa última cifra contrasta con el estimado de crecimiento de 4.1% que se había
proyectado en enero para este año. Los coletazos de las medidas adoptadas para
enfrentar el covid-19, en particular en China, la invasión rusa a Ucrania y los
recientes aumentos de tasas de interés constituyen los principales factores que
explican la reducción del crecimiento económico.
El Banco Mundial señala que muchos países no podrán evitar una
contracción de su producto interno bruto. En otras palabras, a esos países,
entre los que se encuentran los importadores netos de combustibles, en
particular los más dependientes del gas natural y del petróleo crudo
provenientes de Rusia, no le despinta nadie una etapa de recesión o fuerte
desaceleración de las actividades productivas.
Ese resultado se une a la persistente inflación, acentuada por los
recientes incrementos de precios de los combustibles y alimentos, para crear el
reto de política económica más importante desde los años setenta. En la
actualidad casi la totalidad de los países de economía avanzada y alrededor del
90% de los países en desarrollo registran una tasa de inflación superior a la
meta establecida por su banco central. Por eso la mayoría ya ha aumentado la
tasa de interés de referencia.
El organismo financiero internacional proyecta que, el nivel de ingreso
per cápita de las economías en desarrollo para este año, se colocará casi un 5%
por debajo de su tendencia previa a la pandemia. Esto significa que, si no
hubiese ocurrido la pandemia ni la guerra en Ucrania, la población de esos
países en desarrollo estuviese gozando de ingresos más altos y mayor grado de
sostenibilidad de su deuda pública.
El presidente del Banco Mundial, David Malpass indicó en un reciente
artículo que un incremento de la oferta de bienes básicos es la solución a la
estanflación. En ese contexto, señaló que es esencial aumentar la oferta de
alimentos y de combustibles, entre los que pienso deben encontrarse petróleo crudo
y sus derivados, gas natural y carbón mineral. Malpass también recomendó que se
eviten las medidas de prohibición a las exportaciones, como recientemente aprobó
la India para el caso del trigo, pues esas restricciones comerciales exacerban
los aumentos de precios internacionales de esos bienes. Los más perjudicados
con esas medidas restrictivas son los países importadores netos de esos alimentos
y, en especial, las economías en desarrollo como la dominicana.
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