[Escrito el 23 de febrero de 2016]
El 23 de
febrero de 1981 ocurrió un intento de golpe de Estado en España. En ese momento
la incertidumbre política afectaba negativamente el desempeño económico de una
nación que daba sus primeros pasos de transición hacia una democracia plena,
bajo el gobierno de la UCD dirigido por el presidente Adolfo Suárez.
Ese día, a
las seis de la tarde, un grupo de guardias civiles, bajo el mando del teniente
coronel Antonio Tejero, asaltó el salón donde se celebraría la investidura de
Leopoldo Calvo-Sotelo como nuevo presidente de la nación. Allí con pistola en
mano Tejero sembró el terror entre todos los diputados, quienes se tiraron al
suelo al escuchar el primer disparo, producto de la valiente reacción del
vicepresidente del gobierno -el teniente general Gutiérrez Mellado- quien
ordenó a los golpistas a que depusieran sus armas. Adolfo Suárez, el presidente
saliente y quien había dimitido el 29 de enero, y el diputado Santiago Carrillo
del PCE permanecieron sentados en sus escaños.
Treinta y
cinco años después España transita por un nuevo episodio de incertidumbre
política. Después de las elecciones generales, no ha sido posible formar
gobierno. Esta situación impacta negativamente a una nación que ha logrado
mejorar considerablemente la situación económica, acelerando su crecimiento y
creación de empleos. Los españoles se merecen que a la brevedad posible se
logre establecer un gobierno que permita la adopción de las medidas necesarias
para continuar la recuperación económica y la mejora de las condiciones de vida
de su población.
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