[Escrito el 12 de febrero de 2021]
El ministro Administrativo de la Presidencia,
José Ignacio Paliza, declaró recientemente que la reforma fiscal que ejecutará
su gobierno estimulará la economía. Esa es una extraordinaria noticia. Aquí
cabe preguntar, ¿cómo se logra que una reforma fiscal, que debe reducir el
déficit público, estimule la economía? Dado que el ministro Paliza no entró en
detalles, responderé esa inquietud.
La reforma fiscal se ejecutará con el objetivo
de consolidar las finanzas públicas a partir del año 2022. Esto significa
adoptar medidas que reduzcan el déficit presupuestario primario, que es el
déficit presupuestario neto del gasto por intereses, y permitan recuperar la
sostenibilidad de la deuda pública, que en términos consolidados se colocó en
2020 en el entorno de un 70% del PIB. Las firmas calificadoras de riesgo, como
Fitch recientemente, condicionan la calificación crediticia actual del gobierno
a la ejecución de una reforma fiscal que reduzca el déficit de las finanzas
públicas.
Los modelos macroeconómicos keynesianos o
neo-keynesianos revelan que una reforma fiscal, que implique austeridad, tiene
un costo para la sociedad. Cabe recordar que la austeridad se logra mediante la
reducción del gasto público o a través de un incremento de las recaudaciones
tributarias. Esos modelos indican que ambas medidas, a través del multiplicador
fiscal, producen una contracción del PIB.
La posición del ministro Paliza se enmarca en
la escuela que promueve que es posible que la austeridad sea expansiva. En ese
contexto es necesario leer los escritos y recomendaciones de Alberto Alesina,
quien fuera un distinguido profesor de la Universidad de Harvard. Si los
impuestos son distorsionantes, es decir que afectan las decisiones de invertir
o trabajar, un ajuste fiscal basado en la disminución del gasto público es
menos recesivo que una consolidación fiscal basada en un aumento de las
recaudaciones tributarias sea éste logrado por la ampliación de la base o por el
incremento de las tasas.
De acuerdo con los estudios del profesor
Alesina, la reducción del gasto público, en particular el de consumo o
transferencias, sería percibido por los agentes económicos como impuestos menores
o iguales en el futuro, promoviéndose así la inversión privada que es más
eficiente y la creación de empleo más productivo. Ese resultado positivo
pudiera alcanzarse siempre y cuando el gasto público a ser reducido no fuese
complementario con la inversión privada; es decir, si los ajustes fiscales no
impactaran el ya insuficiente gasto de capital o de inversiones públicas,
concentrándose el recorte en los gastos corrientes menos productivos.
Por último, es recomendable que la reforma
fiscal sea acompañada de medidas complementarias. Una política monetaria que
facilite la transmisión del crédito hacia todos los sectores productivos
tendría un impacto positivo sobre la economía. Asimismo, la reforma del mercado
laboral le brindaría mayor flexibilidad, principalmente al segmento formal de
la economía dominicana. Esas medidas complementarias serían favorables para el
PIB, lo cual cobra importancia en caso de que la reforma fiscal se fundamente
en el aumento de las recaudaciones y no tenga los efectos positivos previstos
por el ministro Paliza.
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