[Escrito el 24 de septiembre de 2020]
El gobierno del presidente Abinader presentó el
pasado 24 de agosto su Plan Nacional del Año Escolar 2020-2021. Ese día se
prometió que todos los alumnos del sistema de educación pública del país
recibirían una tableta o computadora portátil para poder recibir sus clases de
manera virtual. Asimismo, se indicó que las clases del nuevo año escolar
iniciarán el próximo dos de noviembre, después de que los maestros hayan sido
debidamente entrenados.
El reto del gobierno y, en particular, del
Ministerio de Educación es enorme. La pandemia del Covid-19 se la ha puesto muy
difícil a las autoridades, pues no sólo será difícil lograr que más de dos
millones de alumnos reciban sus equipos electrónicos para la fecha acordada,
sino que también será muy difícil lograr que en todas las casas de esos alumnos
haya acceso al internet para poder conectarse de manera estable durante las
horas de clase.
Todavía más, será una tarea titánica explicarle
a los padres y a los niños cómo se pueden conectar y acceder a las distintas
plataformas que existen para recibir las clases. En adición, veremos a los
padres o tutores luchar hasta la desesperación, tratando de ayudar a sus hijos
a mantener la atención durante las horas de clase.
Es muy probable que el gobierno tenga que poner
en marcha programas de clase vía radio y televisión. Eso implica desarrollar un
material adecuado para ese tipo de enseñanza. Algunos recuerdan el
extraordinario aporte a la educación de Radio Santa María y quisieran replicar
ese modelo, lo cual implica el diseño, impresión y distribución de cartillas
que se utilizan en las escuelas radiofónicas. Me imagino que del Ministerio de
Educación están en comunicación permanente con los directivos de Radio Santa
María para que le asesore sobre ese tipo de enseñanza.
El éxito del año escolar en el sistema de
educación pública es clave para evitar que se amplíe la brecha de desigualdad
de educación y de oportunidades. Jaime Saavedra, Director Global del Banco
Mundial, señaló recientemente que esa institución ha estimado que la pobreza de
aprendizaje, que es la incapacidad de leer y comprender un texto a la edad de
diez años, en los países de bajos y medianos ingresos podría pasar de un 53%
antes de la pandemia a un 63% después de la pandemia. Y ojalá que esta crisis
educativa no se traduzca en un aumento de la deserción escolar, pues el
resultado final será una sociedad más desigual e injusta.
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