[Escrito el 21 de diciembre de 2022]
A nivel global, los bancos centrales ejecutan un apriete monetario para
reducir la tasa de inflación. Específicamente, muchos países, incluyendo a
Japón desde ayer, han estado aumentando sus tasas de interés de referencia, la
de política monetaria, para reducir la demanda agregada y quitarle presión a la
variación de los precios. Se prevé que el resultado de ese ajuste monetario sea
el aumento de la desocupación y la reducción del ritmo de incremento de los
salarios y precios.
El consumo y la inversión son dos componentes importantes de la demanda
agregada.
La inversión es el componente que más rápido y con mayor intensidad
reacciona a los movimientos de la tasa de interés. El apriete monetario reduce
la viabilidad de proyectos empresariales, como establecimiento de nuevos
negocios o la construcción de viviendas, lo cual hace que disminuya la
acumulación de activos fijos en la economía agregada.
En el caso de los Estados Unidos, el incremento de la tasa de interés de
los fondos hipotecarios, tasa que en noviembre superó el 7% y se sitúa a la
fecha en 6.3%, ha reducido la demanda de bienes raíces. En noviembre cayó por
décimo mes consecutivo la cantidad de casas vendidas, colocándose en un nivel
que comparado con el mismo mes del año anterior representa un 35.4% más bajo.
El consumo reacciona de forma más lenta y menos intensa al ajuste de la
tasa de interés. Los consumidores tienden a suavizar ese componente de la
demanda en función del ingreso actual y del valor presente del ingreso futuro
esperado, dado el nivel de eficiencia y profundidad del mercado de crédito. Esto
significa que el apriete monetario reduce el consumo, pero lo hace de una forma
más suave que el comportamiento que se observa en la inversión.
En el caso de los Estados Unidos, a pesar del incremento de las tasas de
interés de política monetaria, el consumo ha logrado mantener una tendencia
ascendente. Ese resultado se explica, primero por los recursos gubernamentales que
recibieron los agentes económicos durante la pandemia del Covid-19, y segundo
por el aumento de los salarios, cuya variación interanual a noviembre se mueve
alrededor del 5%, amortiguando el efecto negativo que provoca la tasa de
inflación sobre el poder de compra de los ingresos.
El crecimiento del PIB en 2023 dependerá en gran medida de la reacción
del consumo a la tasa de interés, lo cual estará condicionado por el
comportamiento del mercado laboral. Si el desempleo sube excesivamente y se
reduce el ritmo de alza de los salarios, es muy probable que el consumo se
reduzca y llegue la recesión que los expertos pronostican. Si, en cambio, la
tasa de inflación sigue bajando y mejora el índice de confianza de los
consumidores, es probable que la recesión se quede en las computadoras de los
expertos. Espero que ocurra esto último.
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