miércoles, 25 de diciembre de 2024

Lecciones económicas brasileñas

[Escrito el 23 de diciembre de 2024] 

Brasil, la economía más poderosa de Latinoamérica, transita actualmente por un camino turbulento. La significativa expansión del déficit público, que se colocó recientemente en 9.5% del PIB, ha deteriorado la estabilidad macroeconómica, lo que se expresa en la vertiginosa depreciación de la tasa de cambio del real frente al dólar estadounidense. 

El presidente Lula da Silva ha perdido el control del gasto público. A pesar de que en noviembre se anunció que se adoptarían medidas para realizar recortes de gastos por un monto equivalente a 11,300 millones de dólares, la situación fiscal sigue en franco deterioro pues al mismo tiempo se anunció que se reducirían los impuestos a los trabajadores con ingresos medios. Ese tipo de medidas fiscales contradictorias e inconsistentes confirma que las autoridades no tienen un verdadero compromiso con la disciplina de las finanzas públicas. El mercado proyecta que la deuda pública seguirá subiendo y preocupa que lo haga hasta un nivel que sea insostenible. 

Los agentes económicos han perdido la confianza en la moneda nacional. En lo que va de año se ha depreciado en un 20% al situarse en 6.3 reales por dólar. La semana pasada la tasa de cambio subió a máximos históricos, tendencia que obligó al banco central de Brasil a intervenir en el mercado cambiario mediante la venta masiva de reservas internacionales. Desde septiembre, el organismo emisor ha subido su tasa de interés en tres ocasiones y se prevé que el apriete monetario se acentúe en los próximos meses. 

Las tasas de interés de mercado reaccionaron al alza. La tasa de rendimiento de los bonos públicos se ha incrementado en 500 puntos básicos en lo que va de año, superando el 15% en diciembre. El incremento de las tasas de interés ha impactado negativamente sobre los activos financieros. Los precios de las acciones y de los bonos han bajado, y se ha elevado el costo del financiamiento tanto para el sector privado como para el gobierno. 

De no reducirse el déficit fiscal, la situación económica podría deteriorarse todavía más. La depreciación del real provocaría un aumento de la tasa de inflación, y las elevadas tasas de interés reducirían, tarde o temprano, el ritmo de crecimiento del producto interno bruto. Un escenario económico muy negativo para la mayoría de los brasileños. 

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