[Escrito el 6 de julio de 2021]
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está
en la cuerda floja. Un escándalo de corrupción, originado en la compra de
vacunas contra el covid-19 a un precio excesivamente alto, ha provocado que
miles de personas protesten en las calles y que emanen severas críticas desde
el Congreso pidiendo un juicio político.
No es para menos. El monto que se han
distribuido entre intermediarios y funcionarios corruptos se estima en una suma
que pudiera superar fácilmente los 30 millones de dólares. Los brasileños que han
abonado más de medio millón de muertos a la lista global de víctimas mortales
del covid-19 no aceptan ese hecho.
El sistema de justicia federal ha iniciado una
amplia investigación que analizará la participación del presidente Bolsonaro en
la adquisición de esas vacunas a sobreprecio. El caso se trata de la compra de
20 millones de dosis de vacunas Covaxin a 15.80 dólares la unidad a Bharat
Biotech de la India, cuando a otros fabricantes se les había estado comprando la
dosis a 10.30 dólares. El populista presidente brasileño, que puede ser acusado
formalmente de prevaricación, trata de lavarse las manos argumentando que no
sabe todo lo que pasa en el Ministerio de Salud.
De acuerdo con The New York Times, el precio
pagado por Brasil por la vacuna Covaxin fue superior al que la misma empresa
fabricante había ofertado meses antes, lo cual se explica por la existencia de
intermediarios en la cadena de suministro. Peor aún, el gobierno brasileño había
recibido previamente una oferta de la vacuna de Pfizer a un precio mucho menor.
¿Por qué las autoridades prefirieron importar vacunas a sobreprecio, cuando
tenían la oportunidad de adquirir la de Pfizer -que es la mejor del mundo- a un
precio menor? Los brasileños piensan que ya tienen la respuesta. Y no les gusta,
por eso protestan en las calles.
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