jueves, 10 de noviembre de 2022

La supremacía de las reglas sobre la discrecionalidad

 [Escrito el 7 de noviembre de 2022]

Hoy aprovecho este comentario para utilizar uno de los extraordinarios aportes a la macroeconomía realizados por el profesor Edward C. Prescott, quien falleció ayer en los Estados Unidos. En 1977, Prescott escribió junto a Finn Kydland, el trabajo académico “Reglas en vez de discrecionalidad: la inconsistencia de planes óptimos,” publicado en la revista científica Journal of Political Economy, revolucionando la forma de diseñar e interpretar las decisiones de política que tienen como objetivo la maximización del bienestar de la sociedad.

Independientemente de lo poderoso y útil que es el arsenal matemático que conforma la teoría de control óptimo, Kydland y Prescott, galardonados con el premio Nobel de Economía en 2004, demostraron que una política discrecional que implica tomar la mejor decisión en cada momento temporal, aun cuando pueda ser óptima dada la situación actual y el comportamiento pasado, no necesariamente será la óptima para la sociedad en el largo plazo. Ese resultado se debe al hecho de que las decisiones de los agentes económicos en el presente también dependen de las expectativas que tengan sobre las acciones futuras de política.

La discrecionalidad puede generar costos elevados para la sociedad. Un ejemplo. Tratar de reducir el desempleo con una política discrecional de demanda termina generando una tasa de inflación superior a la óptima, deteriorando las condiciones de vida de la población.

Distanciándose de ese caso macroeconómico, se puede presentar uno a nivel social. Se trata de la ausencia de reglas que impidan la construcción de viviendas en zonas inundables, lo cual hace que la población decida discrecionalmente construir en esas zonas con la expectativa -racional- de que el gobierno construirá muros de contención o que irá en su ayuda cuando ocurra algún fenómeno atmosférico que les impacte.

Ante la rigurosidad de los planteamientos de los profesores Kydland y Prescott se puede recomendar la adopción de reglas en vez de ejecutar una estrategia discrecional. Por adopción de reglas me refiero no sólo a que se aprueben, sino que se hagan cumplir y se respeten, al estilo de Singapur. No se logra nada positivo con aprobar una normativa que establece que no se debe construir casas en zonas inundables, si al final se permite su construcción. No se logra nada positivo con aprobar que a las alcaldías se les debe asignar un determinado monto de recursos, que pudiesen utilizarse para llevar a cabo las actividades requeridas para que el agua de lluvia no se acumule en grandes cantidades e inunden calles y viviendas, si al final no se les entrega ese presupuesto o no se les exige que se ejecute tal como fue programado. Mucho menos se logra algo positivo si las personas pueden tirar discrecionalmente sus desechos sólidos donde quieran. Lo sucedido el viernes pasado en el Distrito Nacional es una muestra de que se deben aprobar, hacer cumplir y respetar las reglas necesarias para minimizar el impacto de las lluvias en los centros urbanos.

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