viernes, 5 de noviembre de 2021

La crisis haitiana como posible tsunami

 [Escrito el 4 de noviembre de 2021]

Haití atraviesa una terrible crisis económica, social, institucional y política. El Estado ha colapsado totalmente, su presidente fue asesinado en circunstancias no aclaradas y las bandas de delincuentes han tomado el control del país. La comunidad internacional, que tiene sus propios problemas y está ocupada en lograr un tránsito hacia la recuperación económica, no está interesada en ayudar a ese territorio. República Dominicana, que comparte la isla, será la más afectada de la crisis haitiana.

En 2010, el economista y escritor Moisés Naim, graduado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), publicó un artículo en el periódico el País de España en el cual analizaba la situación de Haití después del terrible terremoto que se registró ese año. En ese artículo señaló que Haití recibiría millones de dólares en donaciones de medicinas, comida, maquinarias, efectivo, pero que le faltaría capacidad para utilizar esos recursos eficazmente. Por ese motivo afirmó que “el dinero y la ayuda internacional son indispensables, pero no suficientes.” Y recomendó “la construcción de las instituciones que le den al país una mínima capacidad de funcionamiento.” 

Lamentablemente, ese fortalecimiento institucional no ocurrió. Entre 2010 y 2019, el PIB per cápita de Haití, tomando en consideración la paridad del poder adquisitivo, se incrementó apenas en términos acumulados en un 15.2%. En contraste, el ingreso per cápita de la República Dominicana aumentó en 68.2%. Por ese motivo, el ingreso haitiano sólo representa el 16% del dominicano. Esa diferencia de ingresos presiona la inmigración haitiana hacia el territorio dominicano, influyendo de manera determinante en diversos sectores productivos, como construcción, agricultura, azúcar, turismo y comercio, así como sobre la demanda de servicios públicos, en especial de salud. 

Moisés Naim advirtió en 2010 que el terremoto de Haití produciría un tsunami de gente sobre el territorio dominicano, “aumentando la presión social y las demandas sobre los ya desbordados servicios públicos.” Y recomendó que se ayudara a la República Dominicana a lidiar con la crisis haitiana. Basta con ver la presencia haitiana en las calles y hospitales públicos y se verá que no se equivocó.  La diferencia económica entre ambas naciones ha aumentado todavía más después del covid-19 y del colapso de sus débiles instituciones. La crisis haitiana, que podría convertirse en un terrible tsunami, es un tema que amerita la total atención de la sociedad dominicana.

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