[Escrito el 19 de diciembre de 2016]
Los animales matan a
otros animales para comer. Así se establece en la cadena alimenticia.
Lamentablemente, el ser humano mata a otros seres humanos sin necesidad,
provocando un deterioro del nivel de bienestar.
La ambición, el deseo
ilimitado de poder y riquezas, son factores que provocan conflictos entre las
personas. Las guerras, desde la antigüedad hasta el presente, se originan por
el deseo enfermizo de acumular riquezas, agravado por la excitación que provoca
dominar a otras personas.
Hoy, dos acontecimientos
validan la irracionalidad del ser humano.
Un policía turco, de
apenas 22 años, asesinó a tiros a Andrei Karlov, el embajador ruso en Turquía.
Ese hombre se encontraba pronunciando un discurso que inauguraba una exposición
fotográfica en Ankara. Justo después de cometer el asesinato, el terrorista
turco gritó: “Alepo, venganza.” Esto demuestra que ese evento se desprende del
atroz genocidio que se ha cometido contra la población de Alepo en Siria. Las
fotos de niños ensangrentados, vivos y muertos, en esa ciudad hacen llorar.
El segundo
acontecimiento que demuestra la irracionalidad del ser humano ocurrió en
Alemania. Un chofer de un camión con matrícula polaca arrolló a los visitantes de
un mercado navideño en Berlín. El resultado de esa terrible acción es el
fallecimiento de nueve personas y más de cincuenta heridos. Las autoridades
alemanas piensan que ese hecho puede ser un acto terrorista, pues el conductor
se fugó.
No cabe duda de que el
ser humano es irracional. Es una pena que no utilice su inteligencia, el 100%
del tiempo, para crear bienestar.
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