[Escrito el 30 de marzo de 2022]
El 28 de febrero comenté que el sistema arancelario, aplicado por la
Dirección General de Aduanas, estaba aumentando la inflación doméstica, pues
ampliaba el efecto del incremento de los precios internacionales de bienes
finales e insumos. Esto genera un alza inesperada de las recaudaciones de
aduanas, que salen directamente de los bolsillos de los consumidores en forma
de mayores precios. Ante esa realidad recomendé que se redujese la base
imponible que utiliza esa entidad, usando los precios y fletes previos a la
pandemia. Esto, que es equivalente a una reducción de los aranceles, se podía aplicar
para aquellos productos, bienes finales e insumos, más importantes en la
canasta de consumo de los pobres.
En los Estados Unidos también se ha estado analizando la reducción de
aranceles para disminuir la tasa de inflación, que a febrero se colocó en 7.9%,
el mayor nivel desde enero de 1982. En un interesante estudio preparado por los
profesores Sherman Robinson y Karen Thierfelder, expertos en modelos
computables de equilibrio general, se determinó que la reducción de los
aranceles sobre bienes finales e insumos reduciría la tasa de inflación hasta
en 1.5 puntos porcentuales, provocando también un mayor anclaje de las
expectativas inflacionarias. Esto le facilitaría el trabajo a las autoridades
monetarias, que son las encargadas del control de la inflación a través de la
tasa de interés de referencia y de otros instrumentos monetarios.
En el caso de la República Dominicana, el presidente Luis Abinader
presentó una propuesta para reducir a cero los aranceles, por seis meses, a 67
productos de la canasta básica familiar. Entre los productos se encuentran:
carne de res, cerdo y pollo; leche en polvo; mantequilla y margarina; ajo;
frijoles negros, rojos y blancos; lentejas; harina de trigo y de maíz; aceites
comestibles; pastas alimenticias; y pan de diferentes tipos; entre otros. Para
evitar que se registre una protección efectiva negativa, es decir, que se
beneficie a las importaciones y se perjudique a la producción nacional, es
recomendable que se aplique tasa cero también a todos los insumos de los
productos que se utilizan para la producción nacional de esos bienes que
compiten con las importaciones. Yo añadiría, para estimular la inversión
privada y modernización productiva, tasa cero para las importaciones de equipos
y maquinarias para su producción. Y al mismo tiempo abriría una línea de
financiamiento para apoyar la adquisición de esos bienes de capital.
Con esas modificaciones, estoy casi seguro de que los industriales y
productores agropecuarios del país, que se oponen al proyecto de tasa cero
original, estarían dispuestos a apoyarlo.
Interesante artículo Dr. como siempre. Entiendo que aunque se le ponga tasa cero a los productos en cuestión, lo que se debe hacer es establecer un equilibrio entre la producción nacional y la importación, de forma tal que solo se importen las cantidades que mantengan los precios de dichos productos que le permitan al productor nacional mantener sus margenes de beneficios.
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