[Escrito el 26 de noviembre de 2021]
El 18 de noviembre pasado le recomendé al gobierno del presidente
Abinader que se organizara en materia fiscal, pues el ministro de Economía
estimó que el déficit del Gobierno Central oscilaría entre 0% y 1% del PIB,
mientras que el ministro de Hacienda preparó un Proyecto de Ley que modifica el
Presupuesto General del Estado 2021 con un déficit equivalente a 3% del PIB.
Obviamente, por lo menos uno de los dos está equivocado.
Al 19 de noviembre, la Dirección General de Presupuesto publicó que el
déficit del Gobierno Central ascendió a un monto de 25,759.7 millones de pesos,
equivalente a un 0.5% del PIB. Debe destacarse que en la semana comprendida entre
el 12 y el 19 de noviembre, ese déficit se incrementó en 12,439.7 millones de
pesos.
Esa inusual variación en el déficit se explica principalmente por la
aceleración del gasto de capital, el cual se incrementó en una semana en 8,201
millones de pesos. Esa cifra es muy superior al gasto de capital promedio
mensual registrado en lo que va de año, que es de menos de 5,700 millones de
pesos. ¿Cómo se logró aumentar tanto el gasto de capital en una semana? A
través del incremento de las transferencias de capital otorgadas a otras
instituciones públicas por un monto de 5,506 millones de pesos. En caso de que
esas transferencias hayan sido realizadas a las empresas distribuidoras de electricidad,
cabe preguntar si se trata en realidad de gastos de capital o son gastos
corrientes mal contabilizados. Los datos publicados por DIGEPRES no permiten
responder, hasta ahora, esa pregunta.
Para que el déficit del Gobierno Central concluya en un 3% del PIB,
equivalente a casi 160 mil millones de pesos, será necesario registrar entre el
20 de noviembre y el 31 de diciembre un déficit adicional superior a los 134
mil millones de pesos. Gastar todo ese dinero es prácticamente imposible, a
menos que se registren gastos este año que en realidad serán ejecutados durante
el año 2022. Eso sería un mal manejo de la contabilidad pública, pues no se
reflejaría de manera transparente la verdadera situación de las finanzas gubernamentales.
El FMI, las calificadoras de riesgo, los tenedores de bonos soberanos y, en
general, muchos agentes económicos están observando si se comete o no ese error
contable. Recomiendo que se diga siempre la verdad.
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