[Escrito el 9 de marzo de 2015]
No cabe
duda de que Alemania es un país poderoso. Su economía es la más grande de
Europa y ocupa la cuarta posición a nivel mundial. En contraste, Grecia ocupa
la posición número 43 en la lista del PIB global.
A pesar de
esa diferencia de tamaño Grecia está jugando el papel de un país respondón e
irrespetuoso frente al gigante germano.
El gobierno
griego de Alexis Tsipras debe 170% de su PIB al resto de Europa y a los
mercados de capitales, y se resiste a cumplir la reducción de gasto público
pactada en los planes de rescate. Incluso el ministro de Finanzas, Yanis
Varoufakis, habla de una posible
reestructuración de la deuda.
Por otra
parte, el gobierno griego acusó a España y a Portugal de querer derrocarlo, al
mantener posiciones a favor de la consolidación fiscal. La respuesta del
presidente español Mariano Rajoy fue sencilla: España no es responsable de la
incapacidad de la izquierda griega de cumplir lo prometido en las elecciones.
Y con los
humos subidos a la cabeza, la administración griega, en voz de su ministro de
Defensa, Panos Kameno, ha señalado que su gobierno podría enviar a Alemania a
todos los inmigrantes ilegales que lleguen a su país.
Esto es una
muestra de cómo ser débil brinda una sensación de que el grande no lo atacará, lo
cual lleva al pequeño a convertirse en abusador.
La
República Dominicana también ha sido víctima de negociar con un país más débil
y que está afectado por el síndrome del abusador.
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