[Escrito el 15 de junio de 2015]
Desde los
tiempos del caballo de Troya, se le ha perdido la confianza a los griegos. Y
ahora, en el Siglo XXI, vuelven a tomar acciones que representan un engaño para
el resto de Europa.
La crisis
económica que afecta a Grecia se explica por su gasto público excesivo que fue
ocultado de sus acreedores, de los organismos oficiales de la Unión Europea y
del Fondo Monetario Internacional. A pesar de ese engaño se le aprobó un apoyo
financiero de 245 mil millones de euros con el objetivo de que pudiera salir de
la crisis.
A Grecia se
le exigió como contrapartida del rescate el ajuste de sus finanzas públicas. Es
decir, que incrementase sus recaudaciones tributarias y redujese el gasto
público hasta alcanzar un superávit primario de 3% -reducido a 1%- del PIB en
2015.
Lamentablemente,
el gobierno de Alexis Tsipras se resiste a tomar las medidas de ajuste. Y hoy,
de manera desafiante, demanda a sus acreedores que suavicen sus reclamos para
que Grecia pueda continuar con su déficit fiscal. Específicamente, Tsipras
exige un acuerdo que no requiera el recorte de los gastos de pensiones (16% del
PIB) como mecanismo de reducción del gasto público.
Ante esa
posición, que podría desembocar en la cesación de pagos de la deuda que tiene
Atenas con el Banco Central Europeo y con el FMI, los mercados bursátiles
abrieron la semana a la baja. Atenas, -4.7%; Madrid, -1.7%; Frankfurt, -1.8%;
París, -1.7%; y Milán, -2.4%. Y no es para menos, si se toma en cuenta que
entre junio 19 y julio 10 Grecia deberá pagar 5,140 millones de euros y no
tiene el efectivo para hacerlo.
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