La
presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, nombró en el día de hoy a Joaquim Levy
como ministro de Hacienda. Levy, doctorado en Economía por la Universidad de
Chicago, tiene como meta recuperar la confianza de los inversionistas
internacionales en el futuro del gigante sudamericano.
Joaquim
Levy fue Secretario del Tesoro bajo el mandato de Lula da Silva entre 2003 y
2006. Y ahora llega de nuevo al gobierno para realizar la consolidación fiscal que
se necesita para lograr la estabilidad macroeconómica.
Apelar a la
racionalidad que se aprende en la Universidad de Chicago es una buena decisión
frente al nerviosismo económico. Ante el populismo que desborda los cofres
estatales siempre queda recurrir a medidas ortodoxas que coloquen los gastos en
niveles que sean sostenibles y que eviten un crecimiento excesivo de la deuda
pública.
Levy
intentará adoptar medidas que permitan acelerar el crecimiento económico y
reducir la tasa de inflación. Durante el segundo y tercer trimestre el PIB se
redujo en Brasil en -0.9% y -2.4%, respectivamente. Mientras, la tasa de
inflación se mueve en el entorno del 6.6% y la depreciación del real superó el
15% entre abril y noviembre de 2014.
En esa
coyuntura económica la consolidación fiscal será difícil. El recorte del gasto
público, para disminuir el actual déficit de 3.9% del PIB en las finanzas
públicas, repercutirá negativamente sobre el nivel de aceptación del gobierno.
La eficacia
de Levy dependerá de hasta dónde esté dispuesta a sufrir políticamente la Rousseff.