[Escrito el 4 de noviembre de 2021]
Haití atraviesa una terrible crisis económica, social, institucional y
política. El Estado ha colapsado totalmente, su presidente fue asesinado en
circunstancias no aclaradas y las bandas de delincuentes han tomado el control
del país. La comunidad internacional, que tiene sus propios problemas y está
ocupada en lograr un tránsito hacia la recuperación económica, no está
interesada en ayudar a ese territorio. República Dominicana, que comparte la
isla, será la más afectada de la crisis haitiana.
En 2010, el economista y escritor Moisés Naim, graduado en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), publicó un artículo en el periódico el País
de España en el cual analizaba la situación de Haití después del terrible
terremoto que se registró ese año. En ese artículo señaló que Haití recibiría
millones de dólares en donaciones de medicinas, comida, maquinarias, efectivo,
pero que le faltaría capacidad para utilizar esos recursos eficazmente. Por ese
motivo afirmó que “el dinero y la ayuda internacional son indispensables, pero
no suficientes.” Y recomendó “la construcción de las instituciones que le den
al país una mínima capacidad de funcionamiento.”
Lamentablemente, ese fortalecimiento institucional no ocurrió. Entre
2010 y 2019, el PIB per cápita de Haití, tomando en consideración la paridad
del poder adquisitivo, se incrementó apenas en términos acumulados en un 15.2%.
En contraste, el ingreso per cápita de la República Dominicana aumentó en 68.2%.
Por ese motivo, el ingreso haitiano sólo representa el 16% del dominicano. Esa
diferencia de ingresos presiona la inmigración haitiana hacia el territorio
dominicano, influyendo de manera determinante en diversos sectores productivos,
como construcción, agricultura, azúcar, turismo y comercio, así como sobre la demanda
de servicios públicos, en especial de salud.
Moisés Naim advirtió en 2010 que el terremoto de Haití produciría un
tsunami de gente sobre el territorio dominicano, “aumentando la presión social
y las demandas sobre los ya desbordados servicios públicos.” Y recomendó que se
ayudara a la República Dominicana a lidiar con la crisis haitiana. Basta con
ver la presencia haitiana en las calles y hospitales públicos y se verá que no
se equivocó. La diferencia económica
entre ambas naciones ha aumentado todavía más después del covid-19 y del
colapso de sus débiles instituciones. La crisis haitiana, que podría
convertirse en un terrible tsunami, es un tema que amerita la total atención de
la sociedad dominicana.
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